Revista Literatura

Dios silencioso

Publicado el 17 marzo 2013 por Migueldeluis

Cuando Dios calla, escucha

La comunicación puede ser nada más que la entrega de un mensaje, o un intercambio de información; pero rezar es amar. Escuchar, cuando dejamos de lado nuestras propias preocupaciones, es una clase de amor. Son las veces en las que lo que se dice es mucho menos importante que quien lo dice. No que las palabras no importen; importan, pero solo porque sirven de puente entre quien habla y quien escucha.

Cuando Dios no está aquí

Muchas veces Dios no parece estar aquí. Teológicamente es imposible. Como mucho, Dios puede no estar aquí, de la manera en que nos dé la gana. Nos gustaría que Dios resolviera nuestros problemas o que nos dijera exactamente lo que debemos hacer. Querido Dios: ¿Debería invertir en A, B o dejar el dinero en el banco? Dios, ¿puedo confiar en esta ONG? o incluso Dios, ¿es ésta mi vocación?

La gran pregunta

Y luego está la liturgia, la adoración, la oración en su forma más pura, en la que nada se pide salvo estar con Dios. En tanto te es posible quedas en silencio y a la escucha, y, sin embargo, Dios no parece estar ahí.

Supongo que podría echarle la culpa a la fragilidad humana. Es por nuestro pecado, nuestra vanidad, nuestra propia naturaleza imperfecta la que nos separa de Dios. Pero eso, por cierto que sea, es minusvalorar la Cruz. Jesús no murió solo para entregarnos una invitación al cielo, sino para que, entre otras cosas, nos deleitemos en cumplir la voluntad divina y así podamos llamarnos, como Él nos llama, sus amigos. La Gracia no significa poseer todos y cada uno de los dones del Espíritu Santo; que ni es nuestro derecho, ni nuestro privilegio.

Sin embargo, ¿cómo podríamos llamar a un Dios que tiene mejores cosas que hacer que escuchar a un mortal? ¿Zeus, Apolo, Tor?

Algo falta aquí.

Dios para nosotros

Supongo que la única respuesta posible es que el sentimiento de que Dios nos ha abandonado puede que sea bueno para nosotros; para nuestra edificación y santificación. Quizás no siempre podamos entender lo que está pasando, pero Dios parece que gusta dejarnos aprender por nosotros mismos; quizás todas nuestra luchas, pensamiento, obras e incluso nuestra voluntad, son o pueden ser armas del arsenal de la gracia.

En cierta medida, esta forma de actuar se retrotrae hasta la misma creación. Todo el problema del mal y el sufrimiento surge de que Dios creó este mundo y no nos puso directamente a todos en el cielo; sin tener que pasar por los sinsabores de la vida y finalmente la muerte. Si la muerte de un niño puede tener un significado, la ausencia aparente de Dios también debe tenerlo.

—¿Por qué Dios no se aparece y ya está?, —preguntó el ateo; y no solo el ateo.

¿Qué necesidad tiene el Espíritu Santo de sacerdotes? ¿O de coros? Si el pecado ha sido vencido en la cruz, ¿qué impide que Dios se haga manifiesto evidente y brillantemente a todos los de este mundo? ¿Por qué no podría una voz del cielo predicar directamente en la Abadía de Westminster? ¿O en todas y cada una de la iglesias hasta la capilla más pequeña?

¿Para qué necesita Dios de sacerdotes?

Para nada. Pero parece que su deseo es trabajar a través de las personas. Quizás Dios no quiera protagonismo. Me parece que Dios puede ser el ser más humilde de la creación, a pesar de ser el mismo Creador. Su camino es el amor. En otras palabras, salvo la conclusión atea, la única alternativa es que si Dios aparenta estar alejado es por nuestro propio bien. Quizás cuando Dios calla, es porque está escuchando.


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossier Paperblog

Revistas