Revista Literatura

Doña Anita

Publicado el 15 abril 2014 por Kike Morey @KikinMorey

Doña Annie

Hola Cuchita, cómo estás amiga. ¿En cama todavía? ¡Uy, ni me digas! Yo también estuve con la gripe toda la semana pasada. Tómate una sopita caliente de cebolla con un poquito de ajo. Vas a ver qué rápido te recuperas. ¡Déjate de pastillas y tanta cosa! Tú hazme caso. Pero bueno, a lo que iba, ¿no sabes lo que me acaba de contar la Mari? La Mari pues, la de la carnicería. Ni te imaginas.

¿Te acuerdas de Rufino, el pintor del barrio? Sí, el que siempre me pinta la casa. Me la deja preciosa y además trabaja muy limpio y rápido. Sí amiga, te lo recomiendo. Bueno, yo lo conozco de tiempo y la última vez lo vi un poco raro. No estaba tan bonachón como otras veces. Tú sabes que a mí no me gusta meterme en la vida de nadie, así que no le pregunté nada. Pero hoy se lo comenté a la Mari y no sabes lo que me contó. ¿Tienes tiempo? Entonces te cuento rapidito.

Resulta que éste se había casado con Juanita, la de la peluquería del tercer parque, la que está al lado de la iglesia. Una chica alta, buenamoza, con el pelo rizado. Bueno pues, tenían como dos o tres años de casados pero no habían tenido hijos no sé porqué, tu sabes que a mí no me gusta preguntar esas cosas. Pero la Mari me lo ha contado solita, sin que yo le diga nada. ¡Uy, lo que me dijo! Parece que a Rufino no le funcionaba bien la cosa. ¿Que qué cosa? La cosa pues, no hagas que me ponga vulgar. Parece que fue de un día para otro, porque si no, no te explicas para que se casan. Pero bueno, el asunto es que la mujer llevaba un mal humor desde hacía tiempo. En la peluquería todas las clientas se habían dado cuenta. Y el pobre Rufino, con su problema y todo, se sentía poco hombre y también le cambió la sonrisa.

Pero ahí no se acaba la cosa. ¿Estás ahí, no? Te pregunto porque el otro día se cortó y estuve hablando media hora sola por teléfono. Bueno, sigo que si no, no termino. Resulta que un día Rufino se fue a pintar una casa por la tarde, pero no encontró a nadie porque la familia entera tuvo que salir por una emergencia. No sé cuál era emergencia pues, cómo si yo supiera la vida de todo el mundo. Aunque creo que le había dado un infarto a la abuela. En fin, que el Rufino volvió para su casa y no sabes lo que pasó. ¡Exacto! ¿Ya lo sabías? Claro, encontró a su mujer poniéndole los cachos en su propia cama. ¡En su propia cama!

Pero espera, que falta más. ¿Sabes con quién estaba la mujer? Te vas a caer para atrás. No, no era el compadre, ni el cuña’o ni nadie de la familia. ¡Agárrate! Resulta que estaba con Adelita, la de la verdulería. Sí, la verdulera, ¡estaba con otra mujer! Sí, la gordita esa. Yo no me sé su vida pero parece que la Adela tiene su gancho, porque dicen que había estado antes con la que vende los quesos en el mercado, con la del kiosco y hasta con la mujer de un regidor de la municipalidad. Sí pues, bien movidita salió la Adelita. Qué pena por el Rufino. El pobre ha vuelto a la casa de sus padres y Juanita se ha quedado con la que se compraron cuando se casaron, viviendo su historia de amor con la verdulera.

No vayas a decir que yo te lo he contado, eh. Después andan chismeando que yo me meto en la vida de la gente y no es así pues. Yo te lo cuento porque eres mi amiga pero no se lo he dicho a nadie más. Sólo a la Susi que me la acabo de encontrar hace un rato, pero sé que ella es muy discreta.

Bueno Cuchita, te dejo, que voy a seguir con la compra. Ya te voy a visitar la próxima semana, cuando se te pase el resfrío. Además te tengo que mostrar unos lentes muy bonitos que me regaló mi hijo el otro día. Son así, azules, redonditos, muy modernos. Cuídate mucho ¿sí? Y hazme caso con la sopita que te va a hacer bien. Besitos y que te mejores. Chaucito.

 Fotografía de Paula Arbide publicado en su sección Photowriting.


Archivado en: Cuentos Tagged: chismes, Lima, photowriting Doña Anita Doña Anita Doña Anita

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossier Paperblog

Revistas