Revista Diario

¿ Dónde quedó la espontaneidad ?

Publicado el 31 marzo 2018 por Elizabeth Garcés @Elizabe18542408

Cuando se nace en un país como Cuba la espontaneidad forma parte de la persona desde el mismo instante en que se abre los ojos. Un cubano es la espontaneidad por excelencia, lanza al exterior todo lo que lo invade: emociones, alegrías, frustraciones… no puede conservar  nada para sí. Para un cubano el no exteriorizar lo que siente es el más grande de los sacrilegios.

Dicen muchas cosas a través de las largas conversaciones que se desarrollan en el portal de una casa o en plena calle, por medio del baile  del cortejo de gestos. Un cubano es explosión de todo lo que tiene adentro y que considera que los demás deben conocer. Un cubano ” lo sabe todo” , está convencido de ese detalle y a lo mejor no sabe nada pero él siempre tendrá algo qué comunicar al mundo. Las verdades del Universo las ” posee ” un cubano.

La alegría los acompaña siempre, la situación tan dura que vive la isla no ha podido terminar con el ritmo de la salsa que corre por las venas de los cubanos. Pueden llorar, reír, formar sonadas disputas pero al final de todo, el calor de ese sol caribeño convierte cada acontecimiento en ritmos que como volcanes expulsan una candente lava de alegría.

Bicho raro, un cubano. Cara y cruz de una misma moneda, polos opuestos en una misma raza. Imposible de conocer totalmente a esos bichos que viven como en otro planeta. Por situaciones vigentes, Cuba esta a caballo entre el pasado y el presente; todo se mezcla y de las ruinas salen los cubanos lanzando una carcajada o cantando una canción. Son especialistas a la hora de convertir en arte la mezcla que les permite vivir: el pasado, el presente y el futuro totalmente incierto.

Los franceses se sitúan en el rincón completamente opuesto. En el país galo la discreción es la actuación que abre fila. Ante el hablar bullicioso del cubano el de Francia ofrece la voz baja y apenas inaudible en algunos casos, por lo que a menudo es necesario pedirle que repita lo que ha dicho. El tratar a alguien de ” tü ” está mal visto y si se tiene la osadía de hacerlo es recibido como un gesto de mala educación y hasta de ofensa. Lástima puesto que en el caso de un cubano lo hace por naturaleza, trata a todos como si fueran su igual, como si se conocieran de toda la vida. Un cubano al tratar a otra persona de ” tù ” no lo ofende, le muestra cariñno.

En mís primeros meses en Francia yo no sabía que estàba mal visto este detalle, en pleno restaurante y durante una cena en compañia de una amiga le dije al señor que nos sirvió: ‘ ¿ podrías traerme un poco de agua, por favor ? mí francés era muy malo en aquél momento. Mi amiga se pusó pálida y se deshizo en explicaciones, explicó que yo venía de una isla en la que era normal que las personas se tutearan, que no lo había hecho para faltarle el respeto. Todo aquello duro un promedio de veínte minutos y mi amiga se ponía cada vez más blanca. Me angustió el hecho, temí que mi educación fuera empañada. Al final del discurso el camarero respondió a mí amiga con gran naturalidad: ” No se preocupe señora, me ha gustado porque yo no soy austero ” un francés moderno.

Ese día comprendí que mi espontaneidad estaría mejor en el baül de los recuerdos, aunque la situación cambia gracias a esos franceses que adquieren poco a poco una mentalidad diferente, esos que desean que Francia abra puertas.

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