Dos realidades
Tarde de domingo serena y soleada
la brisa es suave y lo acuna todo
de cada árbol recién renacido,
de un verde fresco y brillante,
esta dulce y nueva primavera
Flores de colores vivos
aves que trinan y vuelan
Todo lo que ilumina el sol
se vuelve amarillo y destaca
dando alegría a la escena.
El cielo es azul celeste
surcado de nubecillas
de algodón
inocentes, se van raudas
a otros cielos
Nada turba la placidez
de las horas que resbalan
sin prisa pero sin pausa.
Vida sencilla que nos envuelve
sin más intención que dar fe
del ritmo del tiempo
que se sucede.
Tiempo lloroso tan trastornado
que no nos llega las voces
por más que griten
Primavera sin sentido
que no engalana
ni da cobijo
en campos de ira
y de vergüenza sucia
En Idomeni puede haber sol
para secar la ropa y las tiendas
en un sencillo gesto de amor
dar calor a los desposeídos
venidos de los cuatro puntos
y convertir en seco polvo
los caminos blandos de fango
Allá no hay primavera
ni flores de colores bellos
hambre y frío y mucho miedo
se pavonean entre los vivos
enfermos de cuerpo y alma
a las puertas del mismo Edén.