Revista Diario

El carnicero de la cabaña, un idolo en Francia

Publicado el 15 agosto 2018 por Elizabeth Garcés @Elizabe18542408

No conocí la presencia de Ernesto Guevara. La época de su apogeo en Cuba me es desconocida, contaba yo con uno o dos años, pero esto no resultó ser un obstáculo para conocer al personaje. Con el tiempo se presentó a mí la memoria historica, las voces de los que me rodeaban en la isla y que, en tono muy bajo, porque hablar les costaba la poca libertad que les dejaba la dictadura,  me contaban las acciones de aquel hombre del cual tanto hablaba la Revolución. Me contaban la historia tal y como ellos la sabían, sin la menor pincelada de fantasia.

La Revolución fabricó un mito, un personage que suplantaba al mismísimo Cristo que, dicho sea de paso, borraron del universo cubano. El ” Che” era el templo en el que se refugiaban los cubanos, unos por comunistas convencidos y otros obligados por ese mismo grupo, en cualquier caso el ” Che” era el ” Che” en la Cuba de los hermanos Castro.

” Mis ” voces, fieles a la verdad, me decían que el famoso Guevara fué un hombre malvado, que se sentaba a fumar un tabaco habano mientras presenciaba el desarrollo de los fusilamientos en el lugar llamado ” La Cabaña”. El todopoderoso ” Che ” fue el compañero en cada una de las ” travesuras” de los hermanitos Castro, junto a ellos fomentó el terror en la isla caribeña. Actuaron como chacales que expanden el horror tal un manto negro. El ” Che” fue uno más de la pandilla.

Siempre supé la verdadera realidad, la que se esconde detrás del personaje dibujado a la perfección por la Revolución. Imagén que traspaso, naturalmente, las fronteras hasta invadir como un océano paralelo cada rincòn del planeta. El ” Che ” asesino, represor, cinico, malvado.

Mi sorpresa fue enorme al llegar a Francia con un conocimiento muy preciso y descubrir que los franceses tienen una adoración sin limites hacía el argentino sudoroso y polvoriento.  Los comercios se encuentran repletos de productos de corte capitalista en honor al guerrillero comunista.

La figura del hombre acompaña cada una de las manifestaciones y son muchas, puesto que los franceses aman lanzarse a las calles a protestar. La verborrea en la lengua de Moliere levanta al ” Che ” a una especie de altar en el que solo ocupan un lugar los grandes de esté mundo.

Los franceses, al parecer, no quieren saber nada del pasado activo de esté hombre, de los asesinatos, de las torturas y de un sin fin de acciones que encierra la trayectoria del revolucionario argentino.

Toda admiración tendría que acabar ante los hechos pero nunca es así, que gran pena. La gente continua alabando a sus idolos por muy malos que estos hallan sido. Las bellas ídeas tendrían que morir ante los acontecimientos, pero esté orden de cosas no existe.

El ser humano, a menudo, admira  a idolos de barro.

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