Revista Diario

El coche autónomo, el taxi y los taxistas

Publicado el 01 febrero 2018 por Eurotaxitom @eurotaxitom
El coche autónomo, el taxi y los taxistas   Hace tiempo que me ronda la cabeza la idea de por donde puede ir el futuro del taxi. No es una idea clara, es un batiburrillo de información poco ordenada que se empeña en llevarme, en enseñarme un camino que no termino de ver claro. Voy a intentar en esta entrada poner en orden, al menos en parte, mi cacao mental e intentar visualizar algo de lo que revuelve mis entendederas. No estoy seguro de que la madeja no sea mayor cuando termine.
   Hoy he visto un reportaje, en un portal web dedicado a tecnología —español para más señas—, en el que un reportero probaba, en Las Vegas, un coche autónomo. La prueba la ha facilitado una de estas multinacionales que en los últimos años están poniendo patas arriba el transporte de personas en vehículos turismo; lo que ha sido el taxi de toda la vida. De hecho, el articulista habla todo el tiempo de taxi autónomo, incluso en el titular, aunque no son taxis lo que utilizan. Y se me han vuelto a revolver y enredar mis particulares entendederas.   Aprovechando la celebración de una feria anual de electrónica, Aptiv —empresa que desarrolla el coche autónomo— en colaboración con la plataforma que presta los servicios de transporte —perdonar que no de el nombre, pero paso de darles publicidad—, han estado probando la tecnología con tráfico real y pasajeros reales, prestando servicios gratis a todo el que quisiera.   Se están invirtiendo millonadas. Los fabricantes de coches y empresas tecnológicas, entre otros, están colaborando, creando e implantando nuevos e imaginativos sistemas de movilidad, con el beneplácito de las autoridades, con el apoyo de los ayuntamientos más grandes del mundo.¿Y el taxi? El taxi lo dejan de lado ¿Por qué se olvidan del taxi? ¿Por qué todos piensan que el taxi forma parte del problema y no se dan cuenta que en él está ya, ahora, gran parte de la solución?
—Queremos implantar una movilidad ágil, puerta a puerta, ecológica y disponible las veinticuatro horas del día
—Ya, el taxi
—Con coches inteligentes, ciudades inteligentes y disponibilidad absoluta hasta el último rincón de la ciudad
—Pues eso, el taxi. Y hasta el último rincón del último pueblo
   ¿Entonces? Como diría el ínclito señor Rato: “es el mercado, amigo” Controlamos el agua, la electricidad, aeropuertos, autopistas; todo tipo de servicios: ferroviarios, reciclaje, seguridad, parking... Es el dinero, amigo. ¿Crees que vamos a dejar la movilidad de millones de personas en manos de pequeños autónomos regulados por el concejalucho de turno? Las calles casi son nuestras y lo serán por completo: servicios integrales de mantenimiento, limpieza, zona azul, señalización, alcantarillado... Todo funciona mejor en manos privadas. No queremos competir, queremos prestar “buenos” servicios (y llevarnos la pasta). El coche autónomo no funciona en una ciudad caótica, no funciona en manos de taxistas, de concejaluchos. El Gran Hermano es el ideal de una ciudad perfecta. El negocio de la liberalización de los servicios públicos o regulados no puede dejar títere con cabeza.     La atomización del taxi les favorece; la tendencia global a endiosar todo lo que viene respaldado por alta tecnología y millonadas multinacionales, les favorece; el enorme poder acumulado por los mercados, que deja a los políticos en calzoncillos con mover un dedo, les favorece...
El coche autónomo, el taxi y los taxistasCreen que están inventando el taxi, pero el taxi está inventado, con un potencial humano y tecnológico enorme y perfectamente aprovechable. Todo se puede ensayar sobre una estructura ya creada, no es necesario destruir nada.    La atomización mata al taxi: 70,000 taxis, la mayoría autónomos. 70,000 taxistas dependientes de miles de concejaluchos (con perdón), cada uno de su madre y de su padre. Hay que hacer empresa —no sé si hacer empresa es la expresión correcta, pero es la que me viene a la cabeza—. Hay asociaciones locales, provinciales, regionales y hasta nacionales (varias) que, con muy buena voluntad, hacen lo que pueden para aunar el sector. Pero hay que hacer empresa. Hay que darle al usuario lo que demanda. Hay que plantar cara, movernos en su terreno, no solo protestar cuando nos pisan (que también). Se debería poder pedir un taxi en Tomelloso con la misma aplicación o teléfono que en Oviedo, Madrid o Bollullos del Condado. Se debería poder ofertar todo el potencial del taxi a las fábricas, a tecnológicas, a inversores, a políticos, de manera que puedan aceptar que gran parte de las soluciones que buscan las tiene el taxi, que no somos el problema, que no es necesario dejar de ser el servicio público que somos, que no es necesario demoler un sector que está inmerso ya en el tejido social. De manera que los que pretenden hacerse pasar por lo que no son, los que solo buscan el control y la pasta se queden sin argumentos.   No sé el tiempo que puede tardar el taxi autónomo, lo que sí creo es que si se cuenta con los taxistas, habrá tiempo de sobra para adaptarse, para el reciclaje, para que el progreso y los cambios que conlleva no sean traumáticos. Si consiguen hacernos a un lado, estamos perdidos.

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