Revista Talentos

El corderito

Publicado el 03 julio 2018 por Aidadelpozo

RELATO CORTO

En la primavera de 2012, un corderito sacó la patita por debajo de la puerta de su casa. Vivía con una cordera malencarada que tenía acojonado al cordero. Pero, por alguna extraña razón, de esas que hacen que los corderos quieran sacar la patita bajo la puerta; nuestro cordero lo hizo. Y así, también reunió fuerzas para ver de quién era aquella pata que acarició su patita descarada.

Abrió la puerta, convencido de que la cordera de su casa no le vería y salió a explorar...

Y así, se encontró con otra cordera. Ajena, novedosa, divertida y simpática. Y durante semanas nuestro corderito fue feliz. Muy feliz. Todos los días que cruzaba la puerta era feliz con su nueva cordera. Paseaban ambos, pastaban por el prado y él se preguntaba dónde había estado esa cordera todo ese tiempo. Ni siquiera se acordaba de que él tenía corderitos, de lo bien que estaba.

Pero llegó un día en que el cordero sintió miedo. Su cordera le comentó que había llegado a sus oídos que abandonaba el corral de vez en cuando. Nada más le dijo. Nadie le vino con el chisme de que le habían visto con la corderita que le hacía sonreír. Tan solo que no estaba en su redil, donde debía estar aunque a él no le apeteciese el pasto que allí había ni jugar con su cordera ni siquiera charlar con ella. Y, de repente, se acordó de sus corderitos y olvidó las risas, el pasto, el corazón agitado, los saltos felices por el prado con la cordera que le removía el corazón.

Y volvió al redil.

Cuentan que, aunque tiempo más tarde intentó regresar con la corderita disfrazado de lobo, esta le dio una patada en el culo. Porque le gustaba el corderito, porque ella lo hubiese dejado todo por él y porque nunca se enamoró de un cordero gañán disfrazado de lobo, sino de un cordero que un buen día "pareció" querer vivir en un prado verde y no en uno ya seco.

Pero son decisiones que toman los corderos y corderas. Algunos prefieren la seguridad de un redil a aventurarse a descubrir qué habrá más allá de un prado verde.

Así me contaron esta historia y así os la transmito. A mí me sirvió de lección pues toda fábula lleva su moraleja. En vosotros queda que la cojáis o no... Aunque yo os recomiendo que lo de disfrazaros de lobo no lo hagáis. Lo más seguro es que recibáis la de nuestro cordero.

EL CORDERITO

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