Revista Diario

El Efecto Campamento

Publicado el 12 septiembre 2010 por Emilienko
El Efecto Campamento
-Lo que te pasa te está bien empleado, porque deberías dejar que tus inquilinos guiris utilizaran, si así lo quieren, sus dormitorios para otras cosas que no son estrictamente dormir -me dice Laura.
-Lo que te está ocurriendo se llama Efecto Campamento -sigue Luis. ¿Tú nunca fuiste de campamento cuando eras adolescente? La última noche siempre se desataban los instintos más naturales de la gente: hay besos, abrazos y todo lo demás.
-Pues seré muy anticuado, pero me parece una falta de respeto hacia mí -digo yo enfadado. Los guiris están en mi casa de intercambio; han solicitado vivir con una familia española. Si les hubiera tocado en suerte una familia tradicional, con padre, madre e hijos, no meterían a escondidas en mi casa a sus amantes la última noche. Además, como se van a ir en escasas horas, no hay nada que yo pueda hacer.
El caso es que la última noche que alguno de mis guiris va a pasar en mi casa debo estar preparado. No es la primera vez que, después de despertarme con ruidos de somieres y palabras ininteligibles en diversos idiomas, mientras voy a oscuras a beber agua a la cocina, recibo un susto mortal de un alemán rubio de casi dos metros o de una amable coreana que me saluda inclinándose educadamente ante mí y a los que no había visto nunca.
Foto: Laura en una extraña obra de teatro que representamos hace unos años sobre la vida, la muerte y el amor.

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