Revista Talentos

El Elefante (papel en rollo)

Publicado el 18 diciembre 2010 por Enrique23

El Elefante (papel en rollo)

Patentado y 400 hojas. Todo un lujo. Papel madera para limpiarse después de exonerar el vientre. Lujos de los nuevos tiempos.

 

Para quienes lo recuerden, el papel Elefante seguro que tiene significados que le arrancan una sonrisa. Incluso alguna lágrima. No es para menos, porque vaya papelón el del Elefante. Recio y áspero a partes iguales, con dos caras,  una más amable, resbalona, y la otra más eficiente , como piedra de amolar.

El Elefante reinaba en las casas en las que primaba la entrada antes que la salida. Donde comer era más valorado que evacuar. A decir verdad, donde la ingesta se pagaba más que la expulsión excrementicia.

Cuanta tristeza debía de causar la humilde friega con papel de estraza para sanear tan innoble gesto. Como si de una zurra se tratase el Elefante zahería en cada acción y el usuario no tenía más remedio que aguantar el tirón,  y a otra cosa, mariposa.

Para quien recuerde el paso del Elefante por su vida, seguro que el momento de mayor gozo hubo de ser el de romper el celofán amarillo que envolvía el rollo. Servía para filtrar la luz de las bombillas, antes de que se quemase. El rollo era de color marón claro. En el momento de tocarlo, una vez desenvuelto, la primera reacción era desconcertante. Trás el increible festivo celofán amarillo, surgía la triste realidad. Toda una metáfora, color marrón y muy triste.

El Elefante (papel en rollo)Especialmente mortificados debieron de estar los usuarios del Elefante tristón , pues en la época el consumo  papirohigiénico constituía, más que un lujo, un esnobismo propio de aristócratas acostumbrados al tacto suave de los tisues e inanes zarandajas del estilo. Muchos fueron los que se entregaron de lleno al papel que les tocaba junto con el Elefante.

Muchos, seguro que lo recuerdan, aunque no lo reconozcan. Pues tan lejos parece que está. Seguramente el Elefante, que ya no es más que un espectro de aquello que fue, ni siquiera quiera acordarse de su pasada gloria. De cuando lo normal era tenerlo en casa.

Ahora el papel higiénico se sigue vendiendo en rollos, aunque ya no son “individuales” sino “familiares“, pués parece que la familia, la institución, se  reconoce como  un agente que define las lineas de consumo, marcando pautas, tendencias y definiendo políticas de ventas, sin cobrar nada a cambio. Ahora el papel del váter ya no es tan firme ni tan rígido en su función. La generalización del estado de bienestar y la democratización en los comportamientos  de consumo han facilitado el olvido del Elefante. El baluarte se mantiene en el recuerdo de unos cuantos nostálgicos, mientras el papel con tacto de velludo se adueña de los hogares.

 


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