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El escritor multifunción

Publicado el 14 junio 2017 por Kassius9

El escritor multifunción

Hoy, como otras tantas veces, he podido disfrutar de un día increíble. Al despertar, me han besado en los labios y deseado los buenos días. Cuando he abierto los ojos, me he encontrado una bandeja con el café recién hecho. Junto a la taza, una flor preciosa y, a mis pies, junto a los gatos, estaba mi marido mirándome con tanto amor y dulzura que lo he tenido que achuchar y decirle que con él soy el hombre más feliz del mundo. Después, tenía el portátil preparado para mí y varias horas libres con el silencio y la luz necesaria para una buena sesión de escritura.

Pero salta la aguja del tocadiscos y la fantasía desaparece en lo que dura un parpadeo. Es el jodido despertador que suena puntualmente a las 7h y a las 7,05h, por aquello de los cinco minutos más.

Uno se levanta, el otro —yo— se caga en todo lo habido y por haber porque el sueño se ha espantado como las palomas en la ventana.

El ajetreo diario comienza a esa hora, y la consciencia se inicia poco después con el primer sorbo de café que yo mismo he preparado entre la somnolencia y los gatos pidiendo comida.

Un rato más tarde, la vida soñada de un escritor no es más que una visión perteneciente a un mundo utópico al que ya doy por sentado que jamás tendré acceso, por esa sencilla razón: es una utopía. Y el que quiera seguir creyendo en ese mundo de casas en la playa con una Underwood de 1925, adelante. Lo siento, tengo cacas de gatos que recoger y un montón de ropa por lavar.

Un escritor no se dedica a escribir, por muy irónico que suene esto. La realidad se presenta ante las narices con ejemplos más cercanos: nosotros mismos, en el trabajo, hacemos más tareas de las que se incluyen en nuestras funciones, y nos convertimos en empleados multitareas. Lo mismo ocurre con los escritores, y todo aquel que se precie, debe aprender a serlo. No solo escribe, también tiene más funciones.

Cuando apenas había empezado a dejar la vergüenza a un lado por decir que soy escritor, resulta que, además, debería decir que soy a la vez publicista, marketero, portadista, maquetador, editor y, al finaaaaaaaal de todo, autor.

El escritor multifunciónCaptura de mi WhatsApp

Soy el primero que se pone la foto de Jessica Fletcher en el perfil de WhatsApp. Llámalo sorna, sentido del humor, cómo quieras. Pero todos sabemos que esta mujer, por muy personaje de ficción que fuese estaba en todo menos en lo de ella. Por que si no recuerdo mal, solo la veíamos escribiendo en la intro de la serie. Debería echarle un ojo a un par de capítulos, ahora que lo digo.

Dejando a un lado a los grandes, sí, esos que escriben desde sus casas en la playa y no se preocupan de recoger las cacas de los gatos, creo firmemente que un escritor debe dedicarse a otras tareas, como las mencionadas anteriormente, si quiere estar una posición modesta en el oficio.

Y no, no es que yo sea uno de esos que todo el mundo reconoce. De hecho, no busco expresamente la fama y el éxito y bañarme en pelotas en una bañera lena de billetes de 100 euros. Lo que busco es la satisfacción de aprender y enriquecerme con las experiencias de ir creciendo poco a poco como escritor. Es verdad, hace unos meses, me sorprendía a mí mismo leyendo un párrafo tan bueno que apenas podía creer que yo pudiera haberlo escrito, y Ana Cepeda fue testigo de ese momento a través de Telegram o WhatsApp. Si Kerouac y Ginsberg hubieran conocido antes estos medios, no se habrían enviado cartas durante meses, sin duda.

¿Por dónde iba? Sí, la experiencia es un grado, y crecer como la espuma no me interesa. Lo que me llama la atención es poder crear una comunidad de lectores y escritores con los que compartir todo esto que ya he dicho. Otros que ya llevan mucho camino avanzado lo explican a través de sus blogs o webs de autor y coinciden en lo mismo: hay que esforzarse mucho y construirse un nombre de forma sólida. Se refieren a la marca personal y a todo lo que conlleva darse a conocer. Hoy en día hay que estar en redes sociales, leyendo técnicas de marketing, aprender a analizar a tu público, estudiar a ese público objetivo. También hay que hacer hueco para aprender a usar las herramientas para no quedarse atrás en el camino, porque no todos sabemos usar Mailchimp o configurar un blog en html, por decir algo. No, hay infinidad de asuntos que no podemos abandonar. Y claro, el tiempo juega en nuestra contra y para cuando queremos darnos cuenta, ya han pasado varias horas de nuestro valioso tiempo para escribir.

Si alguien creía que todo eso de los feeds, masterclass, webvinars, tutos, rss, plugs, open source, html, lead magnet, era un idioma ajeno, está totalmente equivocado.
Repito, si eres escritor y quieres tener cierta presencia, debes estar en internet y aprenderte los términos por muy Klingon que te suene. ¿Tiene gracia verdad? No me refiero a estos palabros, sino a lo del besito de buenos días y el café preparado en la mesita para que solo puedas dedicarte a escribir en tu casita en la playa.

¡MEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEC! Error.

Como te dije antes, estás equivocado. O no. Oye, tú decides. No voy a ser yo quien te diga lo que debes o no deber hacer con tu vida. Pero si estás leyendo esto y estás convencido de que tú no lo necesitas, entonces es que hay algo que no cuadra.

Yo estoy en ello, aprendiendo, digo. Y no solo a manejarme en internet y a trastear, sino que estoy aprendiendo a escribir, a organizarme el tiempo, a ser más productivo, a ponerme al día con los blogs sobre escritura y marketing online. También saco tiempo para leer, porque, querido mío, para escribir debes leer mucho, bueno y malo. De modo que mi día a día, después de ducharme, preparar el café, darle un besito a los morros al marido que ya se va a currar mientras que yo me quedo a recoger las cacas de los gatos y luego me voy a trabajar. A todo esto, pienso en todas las cosas que tengo que tengo pendientes y en las pocas horas o minutos que dedico a mi novela. Admiro a aquellos que pueden dedicarse a escribir sin preocuparse de nada más que de mirar las olas de mar desde su casa en la playa. No lo digo con acritud, de verdad, soy feliz con mi vida diaria. Por que yo, al igual que Jessica Fletcher, después de un día lleno de actividades, acabo como ella, aprovechando las noches para escribir, aunque sean, en mi caso, dos frases en un cuaderno.

Y a todo esto, añadir los complementos premium de una vida en pareja y los caprichosos imprevistos que tienen la mala costumbre de venir sin avisar.


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