No dije que lo sabía cuando el profesor preguntó por el resultado del problema. Si eres un empollón despídete de jugar al fútbol. Como mi amigo Rodolfo: sólo le dejan ponerse de portero, y lleva ya cuatro gafas rotas. De tanto balonazo en la cabeza lo vais a dejar tonto, me dijo un día su madre.
Hoy, al bajar al patio, me confesó que su sueño es ser delantero. Empieza el partido, salgo corriendo y me quedo solo frente a su portería. Es el momento. Levanto el pie y, con todas mis fuerzas, apunto directo a su cara. A ver si de una vez por todas deja de levantar la mano en clase.
NiñoCactus