Revista Diario

El genio

Publicado el 23 octubre 2016 por Laika
EL GENIO
Había sido un hombre atractivo. Alto, delgado, de ademanes cautivadores y un deseo de estar siempre en el candelero.
Rodeado siempre de bellas mujeres a las que intentaba conquistar. Siempre con la élite , nunca con el pueblo llano.
Bien es verdad, que era de posición humilde, y su infancia estaba escrita `por las esquinas de un barrio obrero, pero él, que se amaba a si mismo de una manera casi enfermiza, intentaba poner tierra de por medio olvidando sus raíces.
Pronto dejo los estudios motivado por su amor al arte y la vida bohemia.
Tenia grandes dotes para la pintura y decidió dedicarse a ello.
Se compró una casita en un bello paraje, y se ocultó de miradas curiosas que le escudriñaban las entretelas del alma.
Fue reconstruyendo las habitaciones, una a una, mientras se rodeaba tan solo de su fiel compañero de fatigas, un pastor alemán.
Rodeado de montañas, se dejaba amar por la naturaleza y el paisaje.
Era un hombre solitario y egocéntrico al que le asfixiaban las ataduras ya fueran afectivas, profesionales o sociales.
Poco a poco fue dejando por el camino verdaderos amigos que le querían bien. Aun a costa de traicionarles una y otra vez. Su carácter individualista, le llevo a meterse dentro de si  mismo sin medir las consecuencias.
Algo en su interior, le obligada una y otra vez a rechazar el grupo, por miedo a tener que competir con los demás. Su mente enferma, estaba anulada para los sentimientos de la amistad y el compañerismo, donde el resto de los mortales se enriquece y es capaz de amar y ser amado sin esperar nada a cambio.
De su primer amor, nada se supo. Se les pudo ver a cualquier hora del día juntos, en otro tiempo. Ella, una mujer preciosa, le sobraban pretendientes. Tenía donde elegir y le iba dando largas. Además, nunca estuvo segura de quererle. Simplemente se dejaba mimar por él.
Un día, conoció a una mujer de belleza natural y nada sofisticada, que le cautivó. Su sencillez, genuina y plena, se apoderó de él sin poder evitarlo.
Para entonces, ya se había convertido en un pintor célebre y vendía bien sus cuadros.
Una parte de él mismo, estaba muerta, y fue ella quien se atrevió a rescatarla y darle vida.
Se casaron y tuvieron un hijo.
Fueron años felices juntos.
Por fin, había encontrado el amor que siempre había negado a los demás.
Pero lo profundo de su ser clamaba venganza.  Al principio con voces lejanas, y más profundas y fuertes según pasaba el tiempo,le pedían volver a ser él mismo.
Su mundo empezó a desmoronarse, porque aquellas circunstancias con que la vida le había sorprendido, le impedían amarse más a si mismo.
Era una fuerza extraña que tiraba de él hasta arrancarle de los brazos del amor.
Un día, no pudo más.
Despidió a su mujer e hijo, conservando a su perro.
Una vez libre de nuevo, sus cuadros se revalorizaron por la intensidad de sus pinceladas . Se podía pasar horas y horas terminado cada uno de sus obras. Nunca las daba por terminadas, eran el reflejo de su interior atormentado y frío de sentimientos. Con desgarro se despedía de ellas, cuando alguien le hacía una oferta tentadora, porque era como desprenderse de un trozo de su propia alma a la que amaba sobre todas las cosas.
En la actualidad, vive solo con su viejo perro.
Aun conserva su prestancia innata y su buen hacer cautivador.
Tan solo alguna vez sus ojos delatan tristeza y se pude observar en su rostro un rictus de dolor interno.
El tiempo, le devolverá lo que él ha sembrado a su alrededor, soledad y más soledad, pero él, no puede evitar ser un genio.

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