Revista Talentos
Cada mañana se dibujaba el dichoso lunar, ese pequeño topo oscuro que se había convertido en su seña de identidad. Estaba un poco cansada, pero no se decidía a dejar de perfilarlo. «Mañana veremos», murmuró Marilyn. Y acercándose al espejo apretó de nuevo el lápiz negro sobre su blanca mejilla.