Revista Literatura

El mago de Oz

Publicado el 02 julio 2012 por Alas De Papel @MikeKiddo
El mago de OzNo es ningún secreto que amo El mago de Oz, desde la película hasta el libro, que he leído recientemente. Tenía pensado hacer una reseña normal y corriente, pero al ver que mi darling Maik ya la había hecho hace tiempo, pensé... ¡ajá! ¿Y porque no hablamos del mundo de Oz, así en general, a través de la película de 1939 y del libro, de L. Frank Baum? Sea pues.
No me acuerdo cómo conocí la película, ni por qué la cogí de la biblioteca ese día. Lo único que sé es que me enamoró. Creo que era el primer musical de esa época que veía y el flechazo fue inevitable. Quise leer el libro por dos razones básicas: conocer la historia original de dónde venían esos personajes entrañables y ver qué malditos cambios habían hecho los señores de Hollywood en la adaptación. Aunque en mi corazón la película siempre tendrá un lugar preferente en mi corazón, el libro tampoco se queda atrás.
Todo el mundo, quien más o quien menos, conoce la historia de El mago de Oz: una niña de Kansas, Dorothy (no Dorita, malditos dobladores del demonio: DO-RO-THY), a la un tornado lleva hasta la tierra de Oz, donde va a empezar un viaje siguiendo el camino de baldosas amarillas para llegar a Ciudad Esmeralda y pedirle al gran Mago de Oz que la devuelva a casa. En el camino conocerá a los famosos Espantapájaros (que quiere un cerebro), el Hombre de Hojalata (que desea tener un corazón para sentir y poder amar) y al León (al que le falta valor). Todos juntos van a buscar a Oz, ese gran mago, para que les dé lo que tanto ansían, y lo hacen al son de la magnífica e histórica y genialísima canción We're off to see the wizard:
A mí si la película me fascinó tantísimo fue gracias en gran parte por las canciones. De hecho creo que decidí verla por Somewhere over the rainbow, esa canción tan preciosa que canta Judy Garland (Dorothy) hacia el principio del filme y que por poco se queda fuera de él por aburrida. Suerte que decidieron incluirla, porque esa canción es para hacerle un monumento a alguien. Que sea especial no significa que las otras sean peores. Quién, habiendo visto El mago de Oz, no recuerda canciones como Ding, dong, the witch is dead, las tres versiones de If I only had a... Ay, me pongo tierna sólo de recordarlas. Es que son para ponérselas de timbre de casa. Lo felices que iríamos a abrir la puerta, aunque fuera el maldito cartero comercial. De hecho, la película ganó el Oscar a Mejor banda sonora y a Mejor canción (por Somewhere over the rainbow).
El mago de OzOtra de las cosas maravillosas de la película es algo que puede traer cola: la estética. Más de una vez he escuchado eso de: "pero es que es muy cutre, los decorados son una miercofcof". ¡Ay, dios! Claro que parece que Dorothy vaya a estamparse contra la pared en lo que va andando hacia el camino amarillo, y claro que las montañas y los paisajes son como los murales que había en mi clase de parvulario. ¡Y qué! ¡Estamos en 1939! Esa es la magia del cine, que puede transportarte a cualquier época, ya sea trasladándote dentro de la película o por el contexto en que se hizo. Digo puede porque no todo el mundo está dispuesto a ver las películas valorándolas más allá del sofá de su casa. Pero la ambientación refleja perfectamente el mundo que describe L. Frank Baum en el libro. Yo no lo cambiaría por nada.
Hay que decir que aunque es una adaptación muy fiel, en la película no aparecen algunas escenas del viaje hasta Oz, y se saltan todos los capítulos posteriores a la marcha del Mago de Oz. Aunque eso nos deja sin saber del todo qué pasó con los tres amigos de Dorothy, no es algo negativo. De hecho, aligera la película y evita que sea larga en exceso. Como en todas las adaptaciones, por supuesto, hay ligeros cambios. Los zapatos de Dorothy son rojos en la película, mientras que en el libro son dorados. Además, aunque en la novela Dorothy es una niña de unos diez años, Judy Garland tenía ya sobre los 17 años cuando rodó la película, razón por la que llevaba un corsé durante el rodaje.
Oh, oh. ¿Me permitís un momento hater? Queridísimos traductores, ¿de dónde diablos sacasteis que una witch es un hada? ¡No, no, no y no! ¿Qué sentido tiene entonces la frase que le dice Dorothy al hada buena, diciendo que "yo creía que las hadas eran feas y viejas". ¿Quién cree eso, malditos, quién cree eso?
En definitiva, El mago de Oz es una de las historias imperecederas que nos ha legado el siglo XX, sea cual sea su formato de presentación. La prueba son las innumerables adaptaciones que se han ido haciendo a lo largo de los últimos 70 años. La película de Victor Fleming de 1939, los musicales de Broadway, la serie Tin Man de Sci-Fi Channel de 2007, las adaptaciones que se están preparando para 2013 (Oz The Great and Powerful, protagonizada por James Franco, y Dorothy of Oz, un film de animación que cuenta con la participación de voces como la de Lea Michele). Son sólo algunas de las adaptaciones que se han hecho, porque la lista real es casi infinita. Si tenéis curiosidad, podéis saciarla aquí. Si es que Oz, es mucho Oz, en Broadway, en celuloide o en papel.

El mago de Oz

Volver a la Portada de Logo Paperblog