El “porqué” del reciclaje

El reciclaje se define técnicamente como una forma de obtener una materia prima, un material o un producto útil a partir de un producto ya utilizado. Es decir, al reciclar se crea un producto nuevo totalmente recomendable.

Pero lo bueno del reciclaje no es la creación en sí de nuevos productos. Lo bueno del reciclaje es que se utilizan productos usados, basuras y residuos para crear estos nuevos productos. Esto quiere decir que cuando reciclamos, utilizamos un producto que vamos a desechar para conseguir un producto que si vamos a utilizar. Por lo tanto, reciclar también es ahorrar, aprovechar, reutilizar y economizar.

Otra ventaja del reciclaje es que no sólo no utiliza recursos naturales, si no que ayuda a conservarlos; ya que si se recicla no existe la necesidad de usarlos porque el reciclaje se realiza con los residuos. Otra de las ventajas es que existe una reducción en los precios de los productos debido a que el coste de un producto reciclado es mucho menor que el coste de creación de ese  mismo producto. Además, un material reciclado se puede reutilizar una y otra vez. Con todo esto se puede decir que reciclando se consigue una reducción importante de los costes de producción, una disminución en la cantidad de residuos (ya que son la fuente del reciclaje) y un aumento de los recursos naturales (ya que se dejarían de utilizar).

Muchos estudios revelan que en nuestras ciudades se generan cerca de 20 millones de toneladas de residuos anuales, y que más del 65% se podría reciclar. Y existen residuos que son aptos para el reciclaje y que tardan muchísimos años en degradarse de forma natural, pero que no se reciclan.

Entonces, para que esto no suceda, tenemos que empezar por hacerlo en nuestros hogares, reduciendo la cantidad de residuos y reutilizando lo que podamos. Ya que el “reducir” y el “reutilizar” van de la mano con el reciclaje (cuantos más productos se reutilicen, menos residuos se producen).

Tenemos que empezar por separar los envases de plástico, las latas y los briks por un lado; por otro lado, el papel y cartón; el vidrio por otro; y para acabar, el resto de residuos a la basura normal. A la hora de deshacernos de la basura ya separada, tenemos que recordar que los envases de plástico, latas y briks van al contenedor amarillo; los envases de cartón, papel, periódicos y revistas al contenedor azul; al verde, sólo los envases de vidrio sin tapones; y la basura normal al contenedor de siempre.

Sólo haciendo esto estaremos consiguiendo que la cadena del reciclaje funcione, y lo más importante, estaremos conservando los recursos naturales y preservando el medio ambiente.