El princeso de los cuentos

Me gustan las mascotas, pero sobre todo me gustan los perros. En casa tengo dos perros y dos gatos. A todos los quiero y regaño por igual, pero paso más tiempo con los perros que con los gatos. Tal vez se deba a la naturaleza de estos últimos, que solo se dejan acariciar cuando quieren, pero los perros no, ellos quieren jugar y ser acariciados todo el tiempo.

En la calle me pasa lo mismo, veo un perro y quiero conocer su nombre y su historia. En varias ocasiones me ha pasado que alguna persona sale a caminar con su perro y este se acerca a mí y me deja acariciarlo, como si fuésemos amigos de toda la vida. A algunas personas les molesta, así que acaricio al perro uno poco y sigo mi camino. En casa de mi hermano y amigos pasa algo similar. Algunos son tímidos al principio, pero luego jugamos como si nos hubiésemos conocido por siempre.

Es curioso, porque unos años atrás no me había percatado de ello. Fue un amigo que en alguna plática hace unos años, mencionó que él me consideraba un "dog person".

En casa, mis amigos quieren estar junto a mí la mayor parte del tiempo. Entienden cuando algo me tiene en estrés o me preocupa, en esos casos guardan su distancia. En los otros casos duermen cerca de mí hasta que llegue el momento cuando les pueda prestar atención.

Muchas veces me he quedado dormido en el suelo, ya sea porque está fresco y hace calor, o porque me ayuda con el dolor de espalda. Cuando abro los ojos encuentro a mis amigos dormidos en derredor, como si me protegieran en un círculo mágico.

A veces me gustaría que mis relaciones con otras personas fueran así de simples y mágicas, pero por alguna razón siempre son complejas y llenas de matices. En ocasiones pienso que tal vez el mundo sería mejor si los humanos fuésemos, en este sentido, como nuestras mascotas.