Revista Literatura

El probador

Publicado el 21 noviembre 2011 por Teorema

EL PROBADOR
Al principio, nadie de aquella ciudad a orillas del río Luccus se molestó en distinguirla de nuestro grupo de chiquillos de apenas diez años. Era una más que correteaba con nosotros haciendo travesuras y jugando al fútbol. Se llamaba Arlette, era francesa y dos años mayor que yo. Nos parecíamos bastante: Misma estatura, ambos muy delgados y esbeltos, labios y mejillas encendidos y huesos bien proporcionados. Como nuestras madres eran amigas y de la misma nacionalidad decidieron cortarnos el pelo rubio por igual, muy corto, al estilo militar. Éramos dos bichos inseparables, juguetones e imaginativos, que despertaban la curiosidad de los conciudadanos y lugareños. A los dos nos apasionaba nadar, observar a las hormigas y bañarnos de sol para dejar de ser tan blancos. No resultaba nada fácil superar los retos a los que Arlette como buena deportista que era nos desafiaba a diario. Pero un día nos sorprendió a todos con una propuesta diferente:.- Voy a enseñaros a besar, estúpidos.Y así lo hizo. Sentada en uno de los leones de mármol del jardín de las Hespérides, nos fué llamando uno a uno por riguroso orden. Diderot, el chimpancé enjaulado al que unos desalmados marineros españoles enseñaron a fumar y a beber aguardiente, gruñía pidiendo cigarrillos dando saltos y aspavientos. Nos entró la risa, en parte, por el nerviosismo y la excitación que provoca algo nuevo, y por otra, por los gestos obscenos que nos dedicaba el alcohólico simio. Nunca he soportado el olor del anís y cada vez que he tropezado con una de esas botellas con el mono en la etiqueta me ha parecido oír gruñir al pobre Diderot. Arlette, en cambio , permanecía absorta y entregada. Con los ojos semicerrados y la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás, intentaba analizar y distinguir nuestras babas. Teníamos para nuestra degustadora sabores y aromas a diferentes frutas y alimentos, unos más agradables que otros..- Tú sabes a manzana. - Dijo cuando llegó mi turno.Me ruboricé en extremo porque eso mismo decía mi madre cuando me abrazaba. Por lo tanto ¿Sería cierto que Arlette poseía ese don?. Yo hubiese preferido en esos momentos que me hubiese asociado, como al resto de mis compañeros, con un plato más masculino y contundente.. no sé, un guiso de carne, unas lentejas con chorizo o al michoui de los lugareños. Pero me distinguió fatalmente del grupo y eso me dolió porque vinieron todos a olisquear y observar de cerca mis labios. Me alejé contrariado pero ella se acercó echándome el brazo por el hombro..- No seas tonto, contigo me gusta porque se te pone tiesa. - Lo dijo en francés, en la lengua de nuestras madres para que sólo yo entendiese el mensaje secreto. Nuestro secreto.Pronto se convirtió en una de nuestras actividades favoritas. Nos besábamos a todas horas. A escondidas en el jardín de mi padre, en el embarcadero, en el bosque de helechos, en la playa... Arlette, era todavía una niña. Todavía delgada, aún sin pechos. Los ojos verde claro con estrías oscuras, los recuerdo perfectamente de mirarme tanto en ellos..- Los tuyos son azules y grises como el océano donde vive mi padre en Canadá.Yo no sabía donde estaba Canadá exactamente así que me faltó tiempo para consultar el globo terráqueo y preguntarle a mi madre qué clase de océano había en Canadá. "Allí no hay más que osos y lagos. Muchos osos y muchos lagos." La respuesta de mi madre no me resultó de mucha ayuda. Canadá era muy peligroso.Y peligrosa se convirtió nuestra amistad para las familias decentes de la ciudad, pues temían que los dos francesitos no fuéramos una buena influencia para sus hijos. Se habían enterado que nos besábamos y mucho peor aún, que yo me besaba con todos. Es el estigma de llevar una manzana en la boca. El hecho de que Arlette sólo se relacionase con chicos y que en la playa usara bermudas como una más de nosotros y a pecho descubierto no facilitaba en nada las cosas.Aquel aprendizaje duró un año más. Pero la niña de los ojos verdes y cabello rubio corto como el mío se hizo más exigente y selectiva. Decidió experimentar sólo conmigo en materia de besos para el fastidio de los demás niños que se vieron relegados a observarnos pasivos y contrariados y con ojos hambrientos..- Ahora te besaré como si yo fuese un hombre y luego tú me besarás a mí como si fueras una chica.- Fué su nueva propuesta.Intenté girar la cabeza con expresión de asco pero ella me sujetó entre sus manos enérgicamente: "Tienes que aprender más. Eres mi probador favorito. Debes probarlo todo". Y lo dijo nuevamente en el idioma de nuestras madres resultando así más rotundo y convincente. Me dejé llevar. Ví a mis compañeros observarnos atónitos y en silencio. Fué cuando sus labios adquirieron un sabor y lenguaje nuevos, como un molusco desconocido que aparece en la arena al bajar la marea. Me estremecí con el baioleteo de su lengua. Se me humedecieron los pantalones pero pensé que era un chorreón de ketchup del bocadillo de tortilla con mayonesa que compartíamos cada uno con un trozo en nuestra mano izquierda. Sus exigencias y variaciones me estaban convirtiendo en un experto aún siendo un niño. Mientras la besaba ví como sus pezones se agrandaban y se volvían turgentes. Se los acaricié. Pero cuando ella quiso hacer lo mismo conmigo le aparté la mano. Escuché risas..- Escucha pedazo de idiota. Si tú me tocas a mí, yo también te toco a ti ¿entendido? y la dejé hacer.Yo era su probador y me gustaba serlo. Le oí susurrar en mi oído: "J'adore tes lèvres et tes petits boutons"El curso siguiente lo pasé sin Arlette. Tuvo que irse a Canadá para reunirse con su padre y estar un año con él. Se me vino el mundo encima, me deshice en lágrimas...- No quiero que vayas ahí. Te comerá un oso o te ahogarás en un lago. Hay muchos osos..- No me pasará nada, sé nadar. ¿quién te ha dicho esas tonterías?.- Mi madre..- No todo lo que dicen las madres es verdad. Escúchame: Sigue alimentándote de besos, crecerás más rápido y mejor. Ensaya con ellos pero elije siempre a los mejores. Eso sí, no dejes que te muerdan. Tampoco digas "te quiero" ni "para siempre". Piensa en otra cosa cuando te lo digan a tí.Cuando regresó al verano siguiente casi nadie pudo reconocerla. Tenía el pelo largo y le habían crecido considerablente los pechos. Estaba realmente hermosa con ese vestido blanco de algodón con tirantas que dejaba adivinar sus modeladas caderas y muslos. Caminaba de manera diferente y aunque nos saludó con afecto pudimos darnos cuenta que su mirada también había cambiado. Nosotros seguíamos siendo niños y ahora a ella le apetecía coquetear con los chicos mayores. Derpertaba envidia y admiración en las demás chicas de su edad cuando la veían lucir esplendorosa su bikini en la playa. Yo también había dado un buen estirón y me había convertido en un pre-adolescente armónico y voluptuoso. Me había nutrido del mismo alimento que Arlette.Una tarde tropezó conmigo frente a un puesto de dulces ambulante. Me vió mirando los pasteles - hechos de maíz reventado en leche de coco y azucarados con melaza y envueltos en hojas de plátano. El hombre me ofrece uno. Yo lo cojo. Ella sabe que eso está prohibido para los europeos, por higiene. Me mira con atención. Pero yo lo devoro. No digo gracias. Ella mira devorar el pastel. Mira mis labios..- ¿Quieres otro más? dice el hombre.Ella ve que me rio. Digo que no, que no quiero otro. Se da cuenta de que no he dejado de besar durante todo el año que ha estado lejos de mí..- Has crecido bastante. ¿Te han mordido mucho?.- No, sólo a veces..- ¿Te han dicho ya que eres guapo?.- No, todavía no me lo han dicho..-¿Te gusta que te lo digan?.- no sé..- Y que te deseaban... ¿Te lo han dicho?... no es posible que no, te lo han dicho..- Sí... unos gamberros.. pero no era nada, se burlaban. Mestizos sobre todo. Nunca franceses..- ¿Y "ellos"?.- "Ellos" tampoco nunca, de verdad....- Es imposible ¿Cómo haces para no mentir, Teo?.- No digo nada.Ella se rió, luego dijo:.- También me da miedo la mentira. No puedo evitarlo, como la muerte, un poco lo mismo. Mi padre no estaba en Canadá ¿sabes? Las madres que dicen que saben todo, no saben nada.No volvió a dirigirme la palabra. Pero en cierto modo siguió unida a mí por un extraño vínculo: cada amante que eligió aquel verano previamente había aprendido a besar conmigo. Probó a varios pero sólo se quedó con quienes llevaba nuestro mensaje en los labios. Nuestro secreto.Odio ir de compras y menos aún probarme nada. Lo detesto. Sólo hago una excepción con los pantalones y zapatos porque no hay manera fiable de acertar con la talla. Esta tarde me han acompañado a comprarme unos vaqueros. Cuando me disponía a pasar por caja escuché:.- No seas imbécil. Tienes que probártelos y estar seguro de que te gustan y te quedan bien. Van a pasar mucho tiempo contigo. Y son unos buenos vaqueros.....Fuí al probador y mientras me desnudaba para enfundarme los jeans me he acordado de Arlette. ¿Qué habrá sido de ella? Seguramente estará en Canadá y tendrá un probador de besos. Parecido a éste donde estoy intentando gustarme y ajustando mis formas. Pero el probador de Arlette sería un probador de besos donde irían las parejas a estar seguros antes de iniciarse ni entregar nada. Me pareció oírla decir con su encantador acento: Por favor, sobre todo no digan " te quiero" ni tampoco "para siempre" limítense a besarse... muestren lo que saben. Saboréense el tiempo que necesiten. No hay límite de horas...Me he mirado y sonriente he besado a Arlette en el espejo con un cálido y apasionado beso. Me ha excitado recordarla y los vaqueros adquirieron justo la forma que yo deseaba..- ¿Qué tal?.- Perfectos. Me gusta como me quedan. Me los llevo puestos.
ILFRITT


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas