Revista Literatura

El reflejo de la luna llena

Publicado el 03 julio 2012 por Mbbp

EL REFLEJO DE LA LUNA LLENA

El gato miró la luna y vio su reflejo en el mar plateado que había frente a sus ojos! El agua dibujaba su estlilizada silueta brillante hasta la arena! Y su escaso movimiento mecía el reflejo como si una ténue melodía sonara en la luminosa velada…

Y la sintió cerca, como siempre le pasaba en esas mil noches de luna nueva o llena que habían logrado que el amor rebosara de su corazón, a pesar de la distancia que ahora mismo les separaba. Y cerró sus ojos, como solía hacer cuando estaba sólo en una noche mágica, para soñar con ella, su amor, a quien siempre presentía cerca suyo, en su corazón. Y ladeo su felina cabeza de gato para apoyarla en el hombro de ella, una vez más. Y se recostó mientras sentía sus largos, suaves y estilizados dedos acariciarle su fino pelaje gris. Y ronrroneó, como solía hacer cuando alguien le regalaba su dosis de amor… y deseando en silencio y cada noche que un día sería ella quien lo haría en la realidad!

Y la fugaz luna le pareció que esta especial noche brillaba aún más que de costumbre. Y penso que era un gato afortunado por darse cuenta, aunque solo fuera una noche cada 28 días, de que la luna llena era el mágico encuentro de la luna y el sol, cediéndose mutuamente su luz y su forma, su espíritu y su cuerpo celeste… su piel y su corazón! Y soñó oler el aroma inconfundible de su bálida piel, junto con el del salitre del mar. Y sintió en su pelaje las yemas de los dedos de ella acariciando su felino rostro. Y creyó abrir por fin sus ojos y verla a ella recostada a su lado, como en cada uno de los sueños que tenía desde que entró en su vida pocob a poco, sin hacer apenas ruido…

Y ella le miraba, con ojos de ternura y de amor, como a él le gustaba! Y en ellos veía, como cada noche de luna llena, el reflejo de la luna plena que iluminaba su bello rostro. Y se dió cuenta de que no eran los ojos de ella, sino el reflejo de la luna en el plácido mar…

Y se sintió más gato que nunca, por haber aprendido a amar el mar. Porque en él era capaz de sentirla a ella, mirándole tiernamente y acariciándole, sin parar. Y eso le había hecho perder el miedo que todos los gatos suelen tener al agua del mar! Porque en el suyo, en una noche de luna pleateda, era capaz de verla a ella, sosegada y en paz, como pocas veces le había visto y, sobre todo, con su Alma brillando, tanto como la luna en el mar…

Y abrió de nuevo sus ojos… y no supo si la luz provenía de su amor o de la luna traviesa que lo reflejaba en el propio mar! Pero le daba igual, en todo caso siempre es mágica una noche con o sin luna, en la que su amor brillaba reflejándose en su mar! Y, una noche más, la amó en silencio… y se dejó amar por ella, su verdadero amor silencioso y ahora lejano, pero que le invitaba a comparttir también con ella y para siempre su propia Alma y su felicidad!

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