Revista Literatura

El vicio y las madres

Publicado el 22 febrero 2016 por José Ángel Ordiz @jaordiz

-Esas marquesinas siempre me hacen pensar en las paradas de los autobuses. Hasta los apestados parecen estar esperando el bus de alguna línea.

-No disminuye el número.

-No. Y, mientras sigan existiendo personas así, gente que antepone el vicio a la salud, continuaremos lastrados por esos hombres y esas mujeres que llaman placer al vicio.

-Ahí, al menos, los tenemos localizados, y, llegado el caso, podemos proceder como anteriormente procedimos.

-Fue todo tan rápido... Me acuerdo de una mujer... Me miró desde la marquesina, me detuve, la acusé. Era muy guapa. Me sonrió y me contestó con el vicio en la mano que también yo tendría su mismo final antes o después, que no me hiciera ilusiones. Ella quizá moriría enferma, y yo sano tal vez, el peor modo de morir. Volvió a sonreír, señaló con el gesto hacia los humos de la industria química, añadió: "Aunque no creo que alguien muera sano mientras ustedes se ocupen de las crías y cierren los ojos ante las madres".

EL VICIO Y LAS MADRES

-Las madres, las madres... Las madres son necesarias.

-A esa mujer inconsciente sí la hubiera salvado yo, más o menos viciosa. Pero fue todo tan rápido...

-Para evitar tentaciones similares a la tuya. Los razonamientos y las prohibiciones desanimaron y animaron por igual, acuérdate.

-Como sucede ahora con estos nuevos viciosos que no fuman ni beben pero sí consumen energía sin parar.

-Y el bienestar de la mayoría es sagrado.

-Sí, habrá que proceder cuanto antes.

-Exacto: cuanto antes.

-Pero hay una mujer en aquella marquesina...

(Ni la nueva viciosa ni los dos eliminadores protagonistas están ya, a día de hoy, 1 de enero de 2050, entre los vivos. Tampoco yo. ¿Hay alguien ahí?)

PARA UN GUERRERO, EL FOTONAUTA (TOMA, MUERTE, LO QUE ES TUYO, PERO NO ESPERES MÁS DE PERSONAS COMO ÉL: NUNCA TE BESARÁN)

Qué bonitos los molinos que veía don Quijote y confundía con gigantes, aunque muy equivocado no estaba, porque son verdaderamente enormes. (Fragmento de su última entrada, encabezada por la fotografía que tomó de las aspas de un molino viejo)

Hasta siempre, ACEITUNO, DANIEL RAMOS.


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