Revista Diario

Ella recuerda

Publicado el 17 enero 2011 por Julio
Ella recuerdaSe acuerda de su piel, del tacto de su rostro con el suyo, del olor de su cabello, se acuerda del sonido de sus suspiros,  de las cosquillas que le hacía su barba en las orejas, de las miradas profundas, se acuerda de los silencios, de las batallas ganadas y perdidas entre las sábanas, se acuerda del tiempo muerto a su lado, se acuerda de él y no se acuerda de ella. 
Esta sentada en la esquina de su casa, la de sus padres, donde vivió cuando era una niña y extrañamente así es como se ve, como la niña que un día fue. No entiende nada, no se acuerda cuándo ha despertado, dónde, es como si estuviese sentada en su propio borde y se viera desde fuera. 
No hay nadie en la calle, todo esta vacío, y siente que quiere volver pero no sabe donde, algo dentro la dice que ha pasado algo, que la falta algo, pero no logra recordar el qué. 
Sólo se acuerda de los besos que un día dio, de las caricias que la erizaron la piel, se acuerda de su rostro, de su voz y de los sentimientos que en ella despertaba, pero ella no está en ese fotograma del recuerdo.
Se mira las manos y las tiene llenas de polvo blanco, en el suelo, decenas de dibujos hechos por ella misma, se da cuenta de la tiza que porta y se sorprende, sigue sin entender, sigue sin recordar que hace ahí y ahora está asustada, no comprende los dibujos que tampoco recuerda haber pintado, pero no hay nadie más y la resultan familiares.
Se acuerda de la comida, de los sabores, de los olores, se acuerda de las texturas, de compartirla con él, de cómo la daba de comer a la boca, se acuerda del vino, del tacto frío de la botella, se acuerda de sus propios labios mojados en él, de los juegos bajo la mesa, de la complicidad, pero ella sigue sin estar.
Absorta en los recuerdos no se ha dado cuenta que su mano como si fuese un apéndice extraño a su cuerpo continua dibujando en el suelo, la misma figura, una y otra vez.
Se acuerda de sus padres, de los largos viajes en su coche, de la música de Pink Floyd de fondo, el olor de los cigarros de su madre, de su hermana mirando por la ventanilla, se acuerda de los paisajes, las estaciones, del río y del pueblo, pero ella no esta.
Empieza a darse cuenta, dibuja una silueta, siempre la misma, en la misma postura, por toda la calle, es la de una mujer adulta, pero sigue sin entender nada.
No puede sentir, sólo recuerda y dibuja, sin parar, lo recuerda todo pero no puede vivirlo, es como si se hubiese quedado quieta, si el tiempo se hubiese parado y sólo existe en el pasado, sigue dibujando y continúa la sensación que algo le falta. 
Lo único que no recuerda es como ese coche hace apenas unas horas la atravesó la vida, la zarandeó en el vacío y la estampó contra el mismo suelo donde ahora dibuja su silueta.
Sigue recordando y sigue dibujando su silueta una y otra vez, alguien debería decirla que está muerta. 

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