Revista Talentos

Ellas

Publicado el 05 junio 2017 por Aidadelpozo

-No sé lo que es amar, pero tú no tienes ningún derecho a decir que no tengo ni puta idea de lo que es sentir ni de sentimientos. No tienes la exclusividad en lo que es haber sido herido ni en ver formas en las nubes, ni de llorar, ni de saborear como si fuera la primera vez la boca de la mujer que te hizo mejor persona, aunque después fuera quién te jodió. Y porque te jodió ella, no tienes derecho a dañarme a mí.

-Te trato mal porque si te tratara bien, te enamorarías de mí.

-Claro, claro, claro... Y por eso me echas los perros ahora y me dices que te haga un hueco en el sofá a los cinco minutos, o viceversa.

-Quiero un hueco en tu sofá...

-¿Para contarme qué anoche te acostaste con una, para eso quieres un hueco?

-Para ver una película juntos. Elige.

-¡Vete a la mierda!

-Elige.

-Los tramposos, con Tony Leblanc y Antonio Ozores.

-No me jodas, nena.

-Era broma, mamón.

-Segunda y última oportunidad, o me piro y no me vuelves a ver el pelo.

-No caerá esa breva... y no caerá porque me adoras.

-Me estás cabreando...

-Balada triste de trompeta.

-Buena elección. Me quedo.

-¿Veíais películas juntos?

-¿Con ella?

-No, con mi abuela, ¡Con ella, idiota! ¿Con quién va a ser?

-Si confieso mis pecados, ¿me dejarás ver la película en paz?

-Sí.

-¿Y agarrarte de la cintura?

-...

-Lo tomaré como un sí. ¿Y besarte?

-¿De verdad se te cerró el corazón?

-Ana, no tengo corazón.

-¡Y qué haces agarrándome de la cintura? ¿Y qué haces aquí, queriéndome besar?

-No sé, pasaba por aquí y me dije... una de cine. ¿Tienes miedo a un beso, a un afectuoso beso?

-No será afectuoso y lo sabes.

-No querrás que lo sea y lo sabes...

Y hasta aquí, querido lector, el posible comienzo de una historia que podría estar avocada al fracaso, o no... Todo dependerá de vosotros... Os hago un resumen y decidís.

Dos personas compartiendo un sofá, sonriendo, bromeando, pero alejadas mil kilómetros por el pasado, la más efectiva de las armas, pues siempre tiene balas, flechas, piedras, afilada hoja...

Supongo, como narradora de este relato, que deseáis que ella acepte el beso, que él le coja por la cintura y que consiga que Ana olvide su pasado y que anheláis que, con los labios de ella, las heridas de él -lo llamaremos Carlos- cicatricen.

Esos finales felices de los cuentos infantiles, están bien para los niños, claro está, pero nadie vino a contarnos después de que se casaran con sus príncipes azules, la Cenicienta, la Bella Durmiente o Blancanieves, si acabaron tirándose los platos a la cabeza. Como adultos, la mayoría de nosotros por desgracia, sabemos cómo acabará el cuento...Sin embargo en este caso, narraré el final como estoy segura que deseáis que lo haga:

La película ha terminado y Ana tiene apoyada la cabeza sobre el hombro de Carlos. Él la mira de reojo, ella está medio adormilada. De pronto, nuestro protagonista se separa suavemente de la mujer y comenta:

-¿Ana?

-Dime.

-¿Recuerdas que te dije que no eras mi tipo, que me gusta follar con otras y que contigo solo quería conversación?

-Estaba medio dormida, pero acabas de hacer que me espabile. No se te ocurra decirme que quieres follarme, o te vas de aquí echando leches...

-No osaría... Quiero hacerte el amor...

-Carlos...

-Ana...

-Hace poco me aseguraste que si te rechazan, no vuelves a aparecer... No me obligues a perderte.

-¿Me rechazarías si te dijese que deseo hacer el amor contigo?

-No me obligues...

-Quiero amarte...

Ahora viene la parte, queridos lectores en que ella, o bien lo pierde o bien...

¿Qué pensaréis que hará Ana?

Como pista, os dejo con la canción que suena cuando la película ha acabado y Carlos se levanta y pone música.

Lo que escribo es vuestro y vuestra es la decisión. Esta vez, lo que yo piense que hará Ana, lo dejo única y exclusivamente navegando por los mares de mis pensamientos...


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