Revista Talentos
Llevaba horas caminando sin rumbo. Iba a paso lento y los pensamientos en cualquier parte. Súbitamente las ganas de verla. Ahora corría. Al entrar, lo recibió con su risa inacabable y, al igual que él, con la ropa de siempre. Al abrazarla, todo el dolor desapareció. Ya estaba en casa.