Revista Talentos

En el nombre del Folclore

Publicado el 09 diciembre 2010 por Perropuka

En el nombre del Folclore

Caravana de ¿platería?

No contentos con inundar el país (sobre todo en occidente) de fiestas o entradas folclóricas, no contentos con provocar el máximo ruido posible, no contentos con paralizar las actividades laborales, no contentos con la tradición estética de las danzas y otras excusas culturales, se ha producido paulatinamente una excesiva representación a pequeña escala del Carnaval de Oruro por doquier, lo cual ha generado una inevitable tergiversación  y banalización de las danzas, reflejándose mayoritariamente en la confección de los trajes. Progresivamente nuestros hábiles artesanos, incurren en una malograda estilización de los diseños de máscaras y trajes, cada cual más extravagante como queriendo competir entre los gremios, dándose tintes de ‘originalidad’ y ante una falta de homogenización  o reglamentación de los diseños, se cometen todo tipo de atentados estéticos, en muchos casos ajenos a nuestra cultura. Veamos algunos ejemplos representativos: La Diablada, de lejos la danza más espectacular, que es simplemente la representación de la lucha del Bien (personaje del Ángel)  contra el  Mal (El Diablo y los siete pecados capitales). En un principio se le añadieron algunos personajes como el cóndor o el oso andino, pero desafortunadamente  en un afán de darle más ¿colorido? o diversidad, se les ha dado por incluir personajes extraños  como el de la Parca con guadaña y todo o la aberración de acompañar con disfraces de gorilas y osos multicolores, incluidos el rosa o rojo.

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Morenos desenmascarados

La Morenada, otra danza bellísima, lamentablemente se deja a un lado el uso de la máscara que le da armonía al conjunto del disfraz e inapropiadamente se lo reemplaza por un tosco sombrero. He visto trajes de ‘achachis’, recubiertos  en la espalda de escorpiones, langostas o camarones gigantes de esponja o gomaespuma en vez de la tradicional serpiente andina. Los Tinkus, pareciera que los danzarines especialmente varones, compitieran por llevar más chalinas (bufandas) amarradas a la cintura y lo más reprochable, recargar de plumas las monteras o cascos de cuero, pareciéndose a  un tocado de la danza de los Tobas.

En el nombre del Folclore

¿Tobas o Halloween? (detalle del brujo)

Los Tobas, es quizás la danza que más retoques y estilizaciones burdas ha sufrido, comenzando por adoptar la vestimenta de los indios norteamericanos  y donde más se nota ese barroquismo estético se da en el personaje del brujo (ver foto), a tal punto que se confunde con un disfraz de Halloween  y para rematar, los bailarines varones lucen  descaradamente zapatillas deportivas  en reemplazo de los tradicionales mocasines de tela. Los Caporales, se impone el diseño ‘aeroespacial’, con hombreras exageradas, en forma de alas de murciélago y otros esperpentos estéticos que se asemejan a personajes  de algún cómic y ni hablar de los pollerines cada vez más cortos de los trajes femeninos. Finalmente, en algunas fiestas se acostumbra acompañar a las comparsas con caravanas de coches, adornados con platería, mantos artesanales y diversos adornos, que le dan un toque pintoresco y atractivo,  pero progresivamente se han reemplazado  estos elementos estéticos por muñecas de plástico, osos de  peluche chinos, sábanas y mantos sintéticos. Maravillas del progreso tecnológico dirán algunos. Es innegable que las manifestaciones culturales experimentan cambios de diversa naturaleza a lo largo del tiempo, pero eso, no es motivo o excusa para salpicar, tergiversar, corromper o contaminar nuestras expresiones folclóricas, dotándolas de características ajenas a nuestras tradiciones. Luego nos quejamos como viejas beatas acusando a nuestros vecinos chilenos y peruanos de apropiarse y tergiversar nuestras danzas. No nos extrañe.

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