Revista Talentos
Hoy, como todos los días, desperté radiante y optimista, al menos al principio; pero no vi los rayos del sol herir mi ventana. Sequé mis rojas lágrimas y, al fin, logré encontrar mis ojos, sangrantes, debajo de la cama. El gato con cabeza de Amelia sonríe, lo intuyo, la siento.