Revista Literatura

Entre vivir y soñar

Publicado el 16 marzo 2017 por Lachicadelte
Cuando era pequeña tenía varios amigos imaginarios. Supongo que es algo normal en los niños, y más teniendo en cuenta el hecho de que no tengo hermanos y siempre he tenido poquitos amigos. Entonces, lo que no tenía, la compañía que anhelaba, me la tenía que inventar. Siendo un poco más mayor, esos amigos imaginarios se convirtieron en fantasías que soñaba de día. Me imaginaba con cualquier otra persona, viviendo una vida ajena, en otro lugar y haciendo otras cosas. Cualquier evocación me servía para realimentar mi imaginación: una escena de una película, una serie, una canción, una fotografía, la imagen de alguien desconocido, una conversación que escuchaba en la calle... Y construía una realidad paralela a partir de ahí. Podía pasar horas en esas ensoñaciones en las que no me sentía sola, viviendo una vida más emocionante que la que yo tenía, la cual valoraba como razonablemente aburrida.
Entre vivir y soñar
Tenía un gran afán por imaginarme con una presencia masculina, y vivir apasionados romances. Y de ahí surgió el inventarme historias y conversaciones que copaban mis pensamientos antes de dormir. Tenía verdaderas conversaciones filosóficas con ellos, les contaba mis problemas y llegábamos a buenas conclusiones. Mi submundo nocturno era como un oasis al final del día. Los chicos de carne y hueso que me gustaban también se convertían en objeto de mis divagaciones mentales y mis historias imaginarias. Algo verdaderamente peligroso, ya que, en realidad, se trata de pensar a la otra persona en base a lo que te gustaría que fuera. Esa abstracción hacía que el mundo real cada vez me gustara menos, porque no encontraba mi lugar en él. Pero es que en mi mundo imaginario me sentía acompañada y valorada, algo que no encontraba en mi vida diaria.
Ahora que vuelvo a estar sola de nuevo después de muchos años en una relación, siento otra vez que mi imaginación divaga hacia similares escenarios, volviendo a caer en mis ensoñaciones. Creo que es una necesidad de respaldo emocional, de saber que existe alguien que me entienda y me quiera por lo que soy. Llegué a pensar que esto ocurre porque no me quiero lo suficiente, porque tengo un fallo en mi autoestima, pero empiezo a dudar de que esa sea la causa. Soy consciente de mi valía, de mis posibilidades y de muchas de mis limitaciones, y aún así sigue siendo muy difícil encontrar a alguien que me valore, que se atreva a ahondar más allá de la superficie y se sienta cómodo con lo que ve. 
Quizá busco una utopía. Me pregunto si hay alguien ahí fuera sintiendo lo mismo que yo, o son todo quimeras de mi imaginación. Me pregunto si es miedo a la soledad o va más allá. Me pregunto si debería pensar que conmigo me basto y me sobro. Me pregunto si estoy buscando en lugares donde nunca voy a encontrar nada. Me pregunto si siempre he estado en el lugar y momento equivocados. Me pregunto...
Tantas preguntas a las que ahora mismo no puedo dar respuesta. Mientras tanto mi mente, irremediablemente, vuelve a volar, imaginándome lejos. ¿Es una cuestión de perspectiva? ¿De expectativas? Quizá sea por mi capacidad para visualizar el futuro: mi pragmatismo anticipado me envía señales y me pone sobre aviso de los caminos que con el tiempo se volverán vacíos. Quizá, simplemente, sea ser inconformista.
¡Nos vemos en el próximo té!
Entre vivir y soñar

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Lachicadelte ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Revistas