Entrevista a Miguel Poveda

Lo tenía todo para pasar desapercibido en el mundo del Flamenco: un gachó de Badalona, payo y sin raíces andaluzas. Aunque en las canciones sigan figurando conflictos reales (o por lo menos creíbles), con personajes de verdad que forman ya parte de un recuerdo colectivo, su mérito ha sido acabar con el cliché de la copla: no era sólo un género de peineta y lunaritos en el vestido.
YO.—Otro premio para la copla...
MIGUEL POVEDA.—Es sobre todo un logro para la música andaluza, en este caso. Para el repertorio tradicional de la copla que vuelve a ponerse al día, tiene que ser un motivo de alegría. También por mí porque he sido el que ha trabajado en el proyecto.
YO.—¿Alguien dudaba de que un disco con tantas canciones desconocidas podía ser tan vendible?
MP.—Cuando lo propuse a Discmedi les pareció una locura que fuera un disco doble. Lo que tenía era la ansiedad de plasmar todas esas coplas que llevaba cantando en directo en mis recitales...era tan ocasional que tenía ganas de grabar todo este repertorio.

Fotografía: Maxi del Campo

YO.—Martirio y tú sois muy amigos, pero competíais en la misma categoría. ¿Habéis hablado después de conocerse el ganador?
MP.— Me llamó y me dijo: ‘Miguel tú sabes que esto te lo vas a llevar tú’. Yo sé que ella está contenta porque me quiere muchísimo y seguramente lo está celebrando. Nosotros no competimos en la vida real, compiten los trabajos.
YO.—¿Qué ha aportado Miguel Poveda para que suene a nuevo?
MP.—Llevo 22 años cantando, creo que con seriedad; he ido creciendo y no he perdido las ganas de aprender. Pero si lo hubiese cantado otra persona a lo mejor también habría tenido la misma repercusión.
YO.—Ahora estás en la copla pero cruzas los estilos y te sientes cómodo. Has tocado todos los palos del flamenco; te has metido a grabar con una big band con Perico Sambeat, Latino, David Pastor...y se te ve natural.
MP.—Creo que los músicos se tienen que mover con libertad y tener ganas de juntarse, de experimentar. A un artista lo peor que le puede pasar es sentirse amarrao. Por ejemplo, a pesar de que vengo de una música muy conservadora, siempre me he ido bastante suelto. No lo he hecho por rebeldía o por sentirme un valiente...He tenido la suerte de convivir en Barcelona con músicos de todos los estilos y eso lo que ha hecho es sumar a mi carrera.
YO.—Lo tuyo son coplas desacopladas, porque te han quitado de encima ese acompañamiento de orquesta que en las grabaciones antiguas casi se comía la voz del artista. Además, con un tempo más mecido...

MP.—Antiguamente  grababan un disco en un día, o en dos. Todo era en directo, y eso tenía mucho mérito. Hoy podemos elegir las frases que más nos gustan, y son trabajos mucho más cuidados. La construcción musical de aquellas canciones es maravillosa, aunque a veces los músicos no fueran los más adecuados.
YO.—Cuando escuchas las versiones originales de Caracol, la Paquera, Fernanda, después de haberlas grabado, ¿les encuentras algo distinto?
MP.—No pasan de moda... De todas formas cuando Amargós te presenta los arreglos te lleva a otro mundo. Yo intento aportar mi sonido flamenco, pero es complicado porque por ejemplo con Ojos verdes o La bien pagá, que se han grabado tantas veces, dices ‘qué voy a contar yo’.
YO.—Promocionas a artistas emergentes como Encarna Anillo, ¿es para evitarles un mal principio, como te ocurrió a ti?
MP.—Ahora estamos trabajando para montar una discográfica, que será Carta Blanca. Veo a muchos compañeros, al Londro, a Quico Peña y a otros que les cuesta que les editen un disco. Se lo pagan ellos y muchas veces no saben cómo darle salida. En otros casos como con Anillo hago de productor ejecutivo. A mí me habría gustado que lo hubiesen hecho conmigo. Los que estamos en esta profesión es para ser compañeros, aliados, no enemigos. Estamos por el flamenco más que por nosotros mismos.