Errores escribiendo una novela: mis 7 pecados capitales

Escribiendo una novela

Existe mucha literatura que recoge los errores más frecuentes que puede cometer un escritor al escribir una novela. Artículos que hablan desde los errores más típicos y propios de los escritores noveles, hasta los más sutiles que puedes llegar a aprovechar para sacarle partido a tu novela.

Sin embargo, no quiero convertir este en otro típico artículo que recoge los, ya muy manidos, consejos habituales. Quiero hablaros de mis errores. De cómo los he detectado, de lo graves que son, de cuáles han sido sus causas y de cómo volver a enfocarlos.

Llevo casi un año embarcado en el apasionante proceso de escritura de una novela. Pero, a pesar de toda la teoría que he leído y compartido con vosotros (por ejemplo en Cómo escribir una novela parte 1 y parte 2), he sido el primero en saltarme mis propios consejos y de encontrarme de frente con un mal libro.

Espero con toda sinceridad que, después de haber leído lo que a mi me ha costado muchos cientos de horas de trabajo encontrar y me costará otros cientos arreglar, vosotros podáis esquivar uno, varios o todos estos errores.

La prueba de fuego: primera revisión

Os preguntaréis, ¿cómo es posible que, dedicando tanto tiempo a estudiar y escribir sobre cómo escribir bien, David haya llegado a un punto como este?

Mi primer error: partí de la base de que tenía que escribir todo el primer borrador completo antes de sentarme a leerlo. Dediqué mucho tiempo a estructurar las escenas y a escribirlas. Pero en ningún momento me paré a leer todo el texto. En definitiva, yo fui mi peor enemigo.

Desesperación.

Si, me encanta la frase de Ernest Hemingway que dice:

”El primer borrador de cualquier cosa es una mierda”

Pero nosotros tenemos en nuestro mano minimizar lo malo que será ese borrador.

Mi aprendizaje: leer y editar son cosas muy diferentes. Leed vuestras propias palabras en su conjunto para ver por dónde está tirando vuestra historia. Puede que así encontréis fallos en una fase temprana y los podáis corregir a tiempo.

Eso si, sigo manteniendo que no editéis el contenido hasta el final. Y más ahora que David ya ha aprendido la diferencia entre leer y editar.

Primera revisión: Crisis

Cuando vi que mi borrador era malo, tuve la suerte de dar bastante rápido con el problema. No era que las escenas estuvieran mal escritas, que sobrasen escenas, que no aportasen nada… Tampoco eran los personajes. No eran planos, no estaban mal construidos y tenían algo que contar. De hecho, una vez solucionada mi crisis existencial, los personajes y las escenas siguen siendo casi los mismos.

La clave era la historia. O más bien, su enfoque.

Sé que hay que poder explicar nuestra novela con una o dos frases breves, pero nunca me paré a analizar la profundidad de este concepto. No fue hasta haber sentido la decepción de leer el primer borrador que me sentase y me dijera: ¿De qué va mi novela?

El Error primario: me fue imposible definir de qué iba. Tenía muchas ideas que contar, muchos argumentos, tramas y personajes. También tenía muy bien definida la gran pregunta dramática del libro. Pero… ¿dónde estaba la idea clave de la historia?

Fue ahí cuando me di cuenta de que no podía explicar de qué iba, porque ni yo mismo lo sabía. Había bailado con tantos personajes y tantas ideas, que al final me había dejado llevar. No fui fiel a mi protagonista y terminé mezclando demasiadas historias sin darle importancia a la idea central.

Mi aprendizaje: si no puedes definir en una frase tu novela, entonces no tienes una novela. Escribe esa frase y cásate con ella. No te desvíes, porque si lo haces tú… ¿qué hará un lector que NO sabe de antemano lo que va a pasar?

Mis 7 pecados capitales

Una vez descubierta la raíz del error, igual que con las fichas de dominó, el resto de errores salen solos. Cuando definí el enfoque que debería haber tenido la novela desde el principio, y observando el texto bajo ese prisma, encontré toda una serie de errores.

Aquí os detallo los 7 más graves:

1. El protagonista se deja llevar por los acontecimientos. Igual que una rama en un río. Si no has definido el concepto central de la novela, estás expuesto a que cada historia o giro que aparezca se lleve más atención de la que debería. Y el primer damnificado es el protagonista. Él tiene que vivir los acontecimientos y forzar o reaccionar ante las situaciones que se le plantean. Pero nunca, nunca, nunca tiene que ser una espiga que se mueva con el viento que soplan.
2. La historia es lineal y sin sobresaltos. Si tienes clara la foto de tu historia (línea temporal, personajes, acciones, …) , pero no el núcleo que la define (por qué sucede todo), corres el riesgo de ir exponiendo una a una todas tus cartas en orden y sin sorpresas. Piensa en por qué escribes la historia y después en cómo guiar al lector. No te limites a narrar los hechos, involucra al lector y juega con sus expectativas.
3. No des demasiadas explicaciones. Está muy bien que sepas y conozcas cada detalle de lo que pasa delante y detrás de tu historia, pero el lector no tiene por qué saberlo todo. Y, en general, al lector le gusta imaginar y descubrir lo que va a pasar. ¡No se lo pongas demasiado fácil!
4. El protagonista se ve eclipsado por otros personajes. Si tienes claro quién es y para qué estás contando su historia, no te debería pasar. Sin embargo, si no lo tienes claro, corres un alto riesgo de que otro personaje secundario con una historia más profunda se lleve por delante a tu protagonista. Si ves que él no es el centro… la historia está mal, o bien deberías plantearte cambiar de protagonista. En cuyo caso… LA HISTORIA ESTÁ MAL.
5. Piensa en el libro, no en las distintas tramas. Otro error de novato. Empecé escribiendo un libro y luego, por comodidad, continué escribiendo la historia de cada personaje por separado. No digo que esté mal, puede que a alguien le sirva hacerlo así, pero (junto con el resto de mis pecados) yo me encontré con que, al juntarlo, el texto tenía muy poca coherencia semántica y argumental.
6. Una sub-trama no debe superar a la historia central. Si eso pasa, o bien tu historia es demasiado floja, o bien has dado con el filón del oro de los duendes del arcoíris sobre el que debes empezar a cavar. Vamos, que tu historia es demasiado floja.
7. La(s) trama(s) no es(son) la gran pregunta dramática. Puede coincidir, pero no tiene por qué. Cogiendo un mal ejemplo con Mr. Mercedes de Stephen King, la gran pregunta podría ser ¿volverá el viejo policía a recuperar la fe en si mismo?. Sin embargo, la trama nos habla de un asesino y del proceso que lleva al inspector a capturarlo (o no). Yo intenté responder una y otra vez a mi gran pregunta, haciendo que la trama real perdiera demasiada fuerza y se terminara diluyendo por completo.

En definitiva

Definid vuestra historia. Ella es la que manda y a ella es a la que tenéis que cuidar. No dejéis que los perversos personajes secundarios ni las pérfidas historias secundarias, por muy tentadoras que sean, se conviertan en el centro de vuestra novela.

Porque una novela tiene (salvo raras excepciones) un único punto de gravedad. Si os descuidáis y aparece más de uno, corréis el riesgo de que el conjunto se desestabilice y se estrelle.

Espero que esta pataleta en forma de post os sirva de algo. Yo ahora, después de tres semanas de crisis pensando que mi novela era una basura, lo veo todo con mucha claridad. Sé cómo arreglarlo, sé que va a quedar bien y no me entra en la cabeza cómo pude ser tan idiota y no haberlo visto antes.

Escrito por David Olier para el blog El Rincón de Cabal.

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