Revista Diario

Escribir en pelotas | David Orell

Publicado el 23 agosto 2017 por Kassius9
Escribir en pelotas | David OrellEste gatito molón estaba dando vueltas en Google.

Dicen que lo natural es más sano. Sano puede ser cualquier cosa, desde comer frutas, hasta pasear en un bosque. Y por ahí voy. Si lo natural es más sano, escribir en pelotas, también lo es. Pero antes de desabrocharte el sujetador o quitarte los calzoncillos, termina de leer esto, porque con lo de escribir en pelotas me refiero a escribir sin pensar en si gustará a los lectores o si será una nueva bola de papel. En el siguiente párrafo comienza mi explicación. Ahora, si te apetece escribir con los gluteus maximus pegados a la silla, date el gusto. ¡Enjoy! Porque leer en pelotas también es un gustazo.

Aclarado esto, vamos al despiporre.

Soy un defensor de escribir sobre la marcha, es bueno, sobre todo cuando estás en la fase de entrenamiento, es decir, cuando necesitas que tu agarrotado cerebro se habitúe a escribir. Es lo mismo que si ahora quiero comenzar a correr, no aguantaría ni tres minutos. Escribir sobre la marcha, sin guion ni ideas preestablecidas, pueden llevar a dos cosas: que no se te ocurra nada de nada y te pases el rato mirando la hoja en blanco, o que comiences a escribir frases hasta formar un pequeño texto. Que el resultado sea bueno o malo dependerá de ti mismo, por supuesto. Me encanta el nudismo, y cuando lo hago, no estoy atento a las miradas de los demás o si mi cuerpo es una aberración de la humanidad. No, simplemente disfruto de lo que estoy haciendo: rodearme de la naturaleza. Repito, para mí escribir desnudo significa disfrutar de la escritura en un espacio elegido para ello. Y cuando me refiero a escribir en pelotas, hablo de saborear el proceso de la escritura, sin pensar en esa coma que está de más o en esa frase que que no acaba de encajar. De hecho, uno de los consejos de Ray Bradbury es que la escritura constante te ayudará a mejorar tu técnica y a encontrar ideas.

Cada vez que escribimos es un ejercicio que nos pone a prueba; la dificultad aumenta. O, al menos yo, que soy un poco exigente, intento superarme y ser mejor.
Alguna que otra vez me ha sucedido que empezando a escribir un relato con una idea predeterminada, otra idea surge y me resulta más llamativa que la anterior. Algunos dirán que me distraigo con tonterías, yo lo llamo creatividad en bruto. Si se me ocurre algo nuevo, algo que no tenía previsto, me gusta detenerme unos segundos para valorarlo y saber si me sirve antes de descartarlo. Puede que esa idea no la necesite para ese relato, a lo mejor me viene genial para otra historia. Suena un poco caótico, pero, ¿qué no lo es? Yo tengo un cuaderno lleno de ideas, el móvil a tope de apuntes sin título, Evernote repleto de enlaces… ¡Eso si es un caos!

Sin embargo, así como defiendo una opción, también apuesto por la de crear un guion al que ceñirme mientras escribo, aunque me conozco y sé que por muy detallado que sea el guion, acabaré pasando de mi.

Cierto es que trabajar en una novela comprende muchas dificultades, pero no existe mayor complicación que echarse el freno a uno mismo. ¿Para qué? Si eres de esos escritores que no tienen claras las escenas que vas a desarrollar, sigue escribiendo, a pesar de que tengas la sensación de estar perdiendo el tiempo. Escribir es la clave. No importa cuantas líneas escribas y que te vayas por las ramas, porque en la primera fase de revisión se eliminarán esos fragmentos que no conducen a nada.

Veréis, en junio comencé a escribir Memorias de una diva sin laureles partiendo de un relato de poco más de treinta páginas, al igual que hice con El admirador de Kerouac. En esta nueva novela, quise organizarme y crear una serie de capítulos como una hoja de ruta. Me conozco y sé que por mucho que intente ceñirme al guion, acabaré pasando de mi culo y escribiendo a mi rollo. Eso es bueno, doy rienda suelta a la creatividad. Gracias a esto, escribo fragmentos que sé que más tarde serán descartados una vez que haya terminado de escribir la novela. Esos descartes se irán directamente a la carpeta “de todo un poco” tipo cajón de/sastre.

La clave es no perder el ritmo. Voy a poner otro ejemplo: imagina que vas a subir una montaña de dos mil metros de altura. Piensas que no es para tanto, pero que te llevará un rato, por algo te has puesto ese reto. Cuando llevas subidos cien metros, te detienes para hacerte una foto y publicarla en Instagram presumiendo de tu esfuerzo. Seguro que esa foto mola millones, pero con la tontería, continuar el ascenso te va a costar más. Haz la prueba. El para y arranca termina quemándote.

Muy bien, estás trabajando en tu novela, con guion o sin él. ¿Para qué te vas a molestar en revisar y comprobar el número de palabras cada veinte segundos? Pierdes el tiempo y la motivación. Puede que el autoestima se hunda como el Titanic y tu musa de la inspiración se marque un My heart will go on.

Escribir en pelotas es escribir con libertad, sin nada que te oprima como un calzoncillo, se trata de teclear con la mente despejada y liberada de presiones de todo tipo. Disfrutar es la clave. Estás en tu espacio privado, nadie te molesta. ¡Eres libre! Entregarse a la escritura libre es un placer que no se puede describir, se debe poner en práctica. Llámalo escritura nudista o llámalo como quieras, pero deja fluir el texto. Si para ello necesitas quedarte literalmente en pelotas, hazlo, nadie va a mirar la ardilla que tienes ahí escondida. Pero no lo hagas si eres uno de esos que se lleva el portátil para escribir tomando un Capuccino en Starbucks. Lo digo porque igual te sacan a patadas, así que no te lo recomiendo. Ten en cuenta que si lo haces, te admiraré.

Escribe sin parar, sin pensar en si has escrito bien esa frase o repites muchos sin embargos, ¡no importa! Sigue escribiendo.

Constancia, creatividad, productividad, ¡rinde y desgasta el teclado! Rómpete los dedos entre las teclas de la Underwood (si tienes una, eres un privilegiado, que lo sepas) y no pienses en nada más que en tu novela.

¿Te parece un mal consejo? Puede ser que no te conviertas hoy mismo en el escritor del año y pongan tu cara en las revistas especializadas, pero hablo del hábito de escribir, de crear textos y transformar esa increíble historia que está dentro de tu cabeza en un pedazo de libro tan flamante y novedoso como el que más.

Escribe en pelotas o escribe con tres capas de ropa. Escribe en la piscina, en la playa, o en un embalse, o en un iglú, pero cuando lo hagas, no pienses en otra cosa más, porque para corregir habrá tiempo.


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