—Mírame. No tengas miedo.
—¿Quién es usted? ¿Qué hace en mi cama? ¡Váyase ahora mismo!
—No tengas miedo, Beatriz. Mírame. ¿Me reconoces?
—Creo que... me parece... Sé quién eres, creo.
—Dime, ¿quién soy?
—Eres el hombre con quien estaba soñando.
—Eso es, cariño. Duerme.