Revista Talentos

Ex Compañera

Publicado el 02 julio 2012 por Dolega @blogdedolega

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Hace unos cuantos días, cuando ya era noche cerrada, recibí una llamada de teléfono. Era de una ex compañera de trabajo.

Siempre he intentado llevarme razonablemente bien con la gente que he trabajado. La mayoría de las veces lo he conseguido, pero es cierto que ha habido casos puntuales en los cuales ha sido imposible lograrlo. La culpa siempre ha sido de la química. No existía ninguna por ambas partes.

El caso es que esta persona, con la que me llevaba razonablemente bien, me llama a las 11.30 de la noche, hora que incluso en España, es una hora bastante inoportuna para llamar a nadie y se pone a contarme las historias de la Empresa.

Yo comprendo que hay gente en este mundo para la que el trabajo es toda su vida. No es mi caso.

El trabajo para mí es algo que tengo que desarrollar durante unas horas al día de la mejor manera que sé, sin que nada me interfiera en ello.

Soy de las que no acepto ninguna llamada personal, a menos que sea urgente, mientras estoy trabajando. Con esto quiero decir que creo que el trabajo es algo que tiene que respetarse mucho, porque estas cobrando por realizar una función. Da igual que dirijas una gran empresa ó que barras los pasillos. Pero en el momento en que termina mi jornada laboral, pongo el interruptor en “off” y me convierto en la persona que soy, y vivo mi vida sin acordarme del trabajo para absolutamente nada.

La consecuencia normal de esta actitud, es que al dejar de trabajar en la Empresa que sea, mi interés por los avatares de la misma es cero.

Así que cuando esta ex compañera, se pone al teléfono a contarme el día a día de mi ex empresa como si yo todavía trabajara en ella, yo me dedico a preguntarle por ella misma por las cosas que durante años tenía que decirle que mejor lo dejábamos para la hora de la comida porque tenía muchas cosas que hacer, pero ella no. Ella empeñada en narrarme cosas que entiendo que desahogan mucho y que yo escucho con bastante paciencia, pero que ya me importan un pimiento.

La parte chunga de la historia viene cuando me hace un velado reproche a mi “escaso” interés por el tema.

Y claro tengo que decirle que sí, que tengo un nulo interés por el tema.

Que me encantaría saber qué tal le va a su hijo en el empleo que consiguió hace un año y que ella contaba a todo Dios en cuanto nos descuidábamos.

O que si ha considerado, por fin, la posibilidad de decirle que sí al chico con el que lleva saliendo dos años y que toda la empresa ha seguido sus peripecias quisiera escucharlas ó no. Y muchas cosas más por las que siempre me reprochaba mi escaso interés durante la jornada laboral.

Y ahora me encuentro que me reprocha mi escaso interés por que me cuente cosas que además de no interesarme nada, ella misma era de las que decía que no tenían que “comernos el tarro” porque total no íbamos a poder cambiarlas.

Así que creo que a la gente no hay quién la entienda ó quizás soy yo que soy más rara que un perro verde y claro, la gente acaba por no entenderme.

El caso es que se despidió de mí bastante distante, con lo que creo que he perdido una ex compañera de trabajo.

 


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