Revista Diario

Fallas, o el arte de coger candela a propósito

Publicado el 27 marzo 2010 por Looope
Fallas, o el arte de coger candela a propósito


El humo de varios días envicia el aire de la estación mientras bajo del tren. La Guzmán me espera sonriente en medio de un mar de caras expectantes y me hala prontamente a la calle. Arrastrando mi maleta, esquivo transeúntes que hormiguean por todos lados. A nuestro paso estallan los petardos sin parar. El plan es dejar la maleta en casa de un amigo e ir al río. Hoy 18 de marzo es la Nit del Foc -la Noche del Fuego- que, con un elaborado espectáculo de fuegos artificiales, marca el principio del fin de las Fallas de Valencia.


Fallas es el conjunto de fiestas que se celebran en la Comunidad Valenciana por el día de San José y es una de las ferias más importantes que se llevan a cabo en España junto con los Sanfermines de Pamplona.

Ya van un par de horas desde que llegué y la gente no para de tirar petardos. Valencia entera ha sido tomada por peatones. Carros y autobuses han sido sustituidos a lo largo y ancho de la ciudad por mares de gente, por tarimas donde suena la música, por puestos de churros con chocolate y buñuelos de calabaza.

Los amigos de La Guzmán me preguntan si son mis primeras Fallas.
- Es la primera vez que visito Valencia.
- Entonces mañana tienes que ir a la mascletà.
- Claro... ¿qué es la mascletà?
- Son fuegos artificiales... bueno, no...

Comienza a llover suavemente sobre Valencia. Estamos apiñados con creciente expectación a unos cuantos metros de la Plaza del Ayuntamiento, donde kilos de pólvora en forma de masclets están esperando ser encendidos. Mientras la fallera mayor da inicio a la mascletà me pregunto por qué vamos a ver fuegos artificiales a las 2 de la tarde.

Un destello sonoro en el cielo da paso a una nube blanca y densa de humo que desata el temporal. Es difícil de describir porque, más que un espectáculo visual, la mascletà es más bien un espectáculo sonoro, rítmico. Es como si la ciudad estuviera estallando desde sus entrañas. Se siente el bombardeante brotar que fluye bajo los pies y sale como una hemorragia de luz, fuego y humo ahí delante.

Cinco minutos después termina el pandemónium y la gente aplaude y vitorea complacida. Es hora de comenzar a ver las fallas.

Durante todo el año, equipos de artistas elaboran cientos de imponentes esculturas de cartón piedra con bases de madera. Estas increíbles estructuras, que pueden llegar a medir hasta 30 metros de altura, se conocen como fallas, e ilustran diversos temas populares o de actualidad de forma satírica. Se componen de diversas escenas representadas por muñecos llamados ninots. Estas colosales figuras desafían a la imaginación por su tamaño, colorido, belleza y cantidad: este año se han instalado cerca de 750.

Para contrarrestar el frío y la oscuridad, los valencianos de antaño se deshacían de sus cachivaches, muebles viejos y cosas inútiles y los quemaban en la calle. Siguiendo la tradición, durante la noche del 19 de marzo, todas y cada una de las fallas se encuentran con su destino y son quemadas. Un año de arduo trabajo y, en muchos casos cientos de miles de euros, reducidos a una pila de añicos humeantes. Como si nada.

Y así, comienzan los preparativos para las fallas del año que viene. Es un ritual de cíclica renovación que sugiere que todo lo que se construye puede arder y esfumarse para siempre en cualquier momento... pero que siempre se puede volver a levantar.

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La Nit del Foc, la mascletà y la cremà son sólo algunas de las celebraciones de la semana de fallas.


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