Revista Diario

Femicidio Frustrado

Publicado el 26 agosto 2010 por Keikopura


FEMICIDIO FRUSTRADO
Femicidio Frustrado
Hace tres años aproximadamente dejé mis actividades en un servicio público. Por razones de salud no pude seguir ejerciendo mi ocupación. Trabajaba como Encargado de Remuneraciones, debido a que la carga de trabajo era excesiva y superaba los límites de mis posibilidades, me afectó una enfermedad mental. Todos los días al llegar a mis labores debía luchar contra fuertes jaquecas y dolores de estómago. Siempre sucedía que al sentarme a mi escritorio, temprano en la mañana, sentía las primeras punzadas en mi cabeza, posteriormente las primeras nauseas y arcadas hasta que ya, pasada la media hora, la jaqueca se hacía insoportable y debía recurrir al lavabo a vomitar. Hacía ya bastante tiempo que el trabajo estaba superando mis capacidades, esto produjo que cometiera un error administrativo. A raíz de ese desacierto se me notificó que se llevaría a efecto un Sumario Administrativo.Fue esto lo que gatilló la crisis, la cual relataré:Un día de semana, después de haber descubierto el error administrativo que cometí, me convocó mi jefa a su oficina anunciándome que se llevaría a efecto una investigación sumaria. Obviamente traté de persuadirla que no lo hiciera, pues había sido un error involuntario debido al exceso de trabajo que tenía, aún así ella insistió. Después de dar por terminada la conversación con mi jefa me retiré de su oficina en dirección a la cocina (había allí una cocina que utilizaba todo el personal) a buscar un cuchillo, allí encontré uno enorme con características de katana. Mientras lo tomaba con mis manos temblorosas, todo mi cuerpo temblaba, temblores similares a convulsiones epilépticas, percibía que mis piernas flaquearían en cualquier momento y me iría al piso, por mi rostro y mi cuerpo sentía cómo se deslizaban heladas gotas de agua, que en realdidad eran producto de la traspiración excesiva que exudaba mi organismo a raíz de la estresante situación por la que estaba pasando y que se traducía en mi mente en un alevoso ataque a mi jefa con esa descomunal arma.Mientras tanto, en la cocina, con cuchillo en mano, analizaba los efectos de tamaña empresa. Todo debe haber transcurrido en unos pocos minutos. Pensé en mi familia, mi esposa e hijos, mis hermanos y hermanas, todo lo analizada desde la siguiente perspectiva: que el hecho de cometer un crimen de esa magnitud significaría un proceso judicial que, lo más probable, era que terminaría con una sentencia de cárcel, cadena perpetua pensaba yo, en ese crítico momento. Percibía yo fuertes dolores de cabeza, náuseas, temblaba entero y continuaba sudando en exceso. La confusión mental que sufría en ese momento era tal que, no sé si lo imaginé o fue real, escuchaba voces en mi cabeza o mejor dicho en mi cerebro, unas me decían: ¡atácala!, ¡mátala! y otra voz que me decía ¡no lo hagas!, ¡piensa en ti!, ¡en tu futuro!, ¡en tu familia!, ¡piensa en la familia de la persona a la cual quieres matar!, ¡en sus hijos!, ¡su esposo!. De pronto las voces eran tan confusas que no atinaba a nada, creo que grité, pero nadie me escuchó, o probablemente no lo hice, no sé, todo era confusión, caos y anarquía en mi cerebro. Con el fin de controlar un poco mi estado de salud, saqué un sobre con Migratán (normalmente me tomo de cuatro a ocho tabletas de migratán diarias) extraje cinco tabletas y me las tomé con agua, acto seguido saqué de mi bolsillo un frasco de un antiespasmódico en gotas, Scopanil creo que se llamaba, lo llevé hacia mi boca y me lo bebí completo, creo que estaba casi lleno o probablemente lleno. Tenía y tengo aún tan destrozadas las paredes de mi estómago que no tengo otra alternativa que ingerir antiespasmódicos cada tres o cuatro horas.En ese momento mis piernas temblaban, mi cabeza estaba próxima a estallar y con náuseas que me tenían a punto de vomitar. En unos segundos de lucidez, dejé el cuchillo sobre la mesa, salí de la cocina, en el momento en que me encontraba saliendo de mi oficina aún escuchaba voces que me decían ¡mátala!, ¡mátala! Me encontré horas más tardes en una camilla del consultorio, somnoliento, un médico a mi lado preguntándome si me sentía mejor.Últimamente sigo escuchando las mismas voces, es difícil explicar, pero tengo la sensación de que esas voces no vienen desde fuera, desde el exterior, sino que están dentro de mi cerebro o mente. Siento, a veces, que ella tratan de dominarme por completo, pero yo estoy aquí pendiente de ellas e intentado evitar que no me dominen totalmente. Pareciera que esas voces salen del subconsciente o inconsciente, es como si fueran mi sexto sentido, algo así como una especie de intuición. Estas son las mismas voces que siguen insistiendo en que la ataque nuevamente, pero, aparentemente, ya las tengo dominadas. Eso espero.


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