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Fenómeno “blushing”

Publicado el 20 abril 2010 por Itato

El rubor es una respuesta normal del cuerpo que puede ocurrir en caso de uno sentirse avergonzado, enojado, excitado o estar experimentando alguna otra emoción fuerte. Se trata por tanto de una reacción orgánica natural y cotidiana, pero su manifestación física y la falta de control sobre ella puede causar ansiedad y derivar en fobias sociales. El rubor es el resultado de la vasocompresión de las arterias. Al disminuir el caudal de los conductos por donde circula la sangre se consigue con ello el aumento de la presión sanguínea, por lo que la sangre circula a mayor velocidad.

El rubor se ha identificado durante años como un signo de belleza, de salud, ya que proporcionaba por sí solo un aspecto saludable. El colorete o rubor fue el remedio a todos los males de las mujeres de década pasadas, para mejorar su aspecto blanquecino o enfermizo. En el siglo XVIII en Francia se convirtió en un elemento imprescindible de la vida social, tanto para hombres como para mujeres, ya que servía para reavivar el cutis y realzar los rasgos.

Según Charles Darwin, sonrojarse es la más humana de todas las expresiones. Pero, ¿qué sucede cuando el rubor se convierte en un problema?, ¿Cuando limita el desarrollo normal de tu vida y conlleva situaciones de aislamiento social?

¿Cuándo nos ruborizamos? Al circular la sangre a una mayor velocidad, la frecuencia en el trasvase de nutrientes y oxígeno a las células del cuerpo también aumenta. Normalmente nos ruborizamos ante:

-   Las acciones de emergencia, es decir, aquellas reacciones que tenemos ante situaciones extremas de peligro. Es entonces cuando notamos que se acelera nuestro corazón y aumenta nuestra frecuencia respiratoria. A la vez, y sin que lo advirtamos, se activan otros procesos en el interior de nuestro organismo como es la liberación de adrenalina por la cápsulas suprarrenales, la secreción de jugos en el estómago y la constricción de los vasos sanguíneos para proveer a nuestros músculos de una ración extra de nutrientes y oxígeno, provocando, como efecto colateral, la aparición del rubor.

-   Preocupaciones, ansiedad, nerviosismo, son otras causas frecuentes.

Sin embargo, el ruborizarse comienza a ser un problema cuando deja de ser una reacción normal a una tensión y se convierte en la fuente de la tensión misma. Son muchas las personas que llegan a obsesionarse con este tema y terminan por evitar situaciones aislándose y perdiendo el contacto con la sociedad. Hablamos entonces de problema cuando pasa a ser una preocupación, un temor o miedo a que aparezca.

Fenómeno ‘blushing’

Miles de personas sufren episodios frecuentes e intensos de enrojecimiento facial súbito e incontrolable en su vida cotidiana. Originado por estímulos emocionales o sociales, este fenómeno se conoce en la literatura anglosajona con el nombre de ‘blushing’. Se caracteriza por su aparición instantánea en mejillas, orejas, cuello y parte del tórax y suele ir acompañado de una sensación de turbación, calor en la cara, hormigueo y, a veces, bloqueo de la función mental. El “blusing” no sólo se refiere a la parte puramente física resultado de la vasocompresión, sino que abarca el área psicológica, ya que este trastorno puede llegar a convertirse en un síntoma específico de la fobia social.

Se trata de un problema que se intensifica cuanto más importancia le demos, sin embargo, es difícil controlar este tipo de reacciones y en la mayoría de los casos se empeora la situación. Es por ello, por lo que se hace necesaria la ayuda de un profesional.

Cuando el rubor facial supone un problema existen varios tratamientos, dependiendo del grado de intensidad y de las consecuencias físico-psicológicas que conlleve.

-   Tratamiento dermatológico o en un abordaje psicológico-conductual o, incluso, psiquiátrico. Se trata de una primera aproximación al problema cuando éste se encuentra o bien en sus primeras fases o cuyas consecuencias pueden ser reducidas mediante la ayuda de un profesional.

Se trata de una terapia racional emotiva, en la que se trabajan los pensamientos y las atribuciones mediante el diálogo socrático y la realización de experimentos conductuales para rebatir las creencias erróneas. Los síntomas físicos se acrecientan en gran medida por la forma en la que los interpretamos, por lo que al interpretar de forma correcta los pensamientos, la reacción suele disminuir.

-   Tratamiento farmacológico: Algunas personas con este problema responden bien al uso de fármacos betas bloqueadores y fármacos que modifican los niveles de sorotonina.

-   Cirugía facial: La Clínica Universitaria de Navarra creó la Unidad de Hiperhidrosis y Rubor facial, el la que mediante una técnica quirúrgica se corrige más de un 80% de los casos. Se trata de aquellas personas en las que el abordaje psicológico y los tratamientos dermatológicos no son capaces de solucionar el problema remitiendo sus síntomas. Normalmente es utilizado para casos extremos.

Post inspirado en un artículo de la revista Jano

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