Revista Talentos

Fragmento del capítulo " tejamos recuerdos con las marrones hojas"de la novela de ana maría manceda "la noche de la flor del cactus"

Publicado el 27 noviembre 2014 por Amtaboada @amtaboada

TEJAMOS
RECUERDOS CON LAS MARRONES HOJAS







   La melodía de “California dreamings”
de The Maman and the Papas dominaba el hogar de la calle dos. El domingo se
presentaba luminoso  y frío, como siempre
el grupo escaso de dinero decidió hacer una tallarinada  comunitaria, cada uno aportaría algo y así
alcanzaría para todos. Florencia se comprometió a cocinar la salsa, Sergio y
Hugo amasarían los fideos, Pitu y Carlos se encargarían  de las bebidas, los invitados traerían el pan
y el queso para rallar. Angélica se ocuparía de la música, aseguró llevar
tarantelas y “Zorba el Griego” para bailarlos entre todos, por supuesto no
faltarían  Serrat y folklore de la Negra Sosa, además cada
uno llevaría su disco preferido.



   Los
invitados eran Inés, Jorge, Luis, Joaquín y Walter, éstos últimos vivían en una
pensión cercana sobre la calle cuarenta y dos
oriundos de la República Dominicana,
ambos muy queridos por el grupo, estudiaban medicina
. Prometieron traer música de su pueblo, esa música
afro-caribeña, dulce, caliente, alegraría los ánimos de los estudiantes
argentinos que día a día eran testigos cómo la violencia iba apoderándose de
todos los ámbitos del país. Hace poco había asumido Cámpora como Presidente en
medio de violentos episodios como consecuencia de la aplicación de la Ley de Amnistía que
beneficiaba a presos políticos y a terroristas detenidos o condenados, esto fue
consecuencia de manifestaciones realizadas frente a la cárcel de Villa Devoto
por cientos de militantes que reclamaban la libertad de los mismos. Esta
decisión del  nuevo gobierno causó una
señal de alarma en Madrid, Perón desconfiaba de Cámpora, en realidad el poder
era de él e impuso sus condiciones. El huevo de la serpiente comenzaba a ser
visible, José López Rega fue nombrado Ministro de Bienestar Social. Estas
circunstancias influían de manera negativa en el ánimo de la juventud
universitaria, si bien algunos se sentían
muy comprometidos, otros temían la acción de grupos reaccionarios, entre
todos coincidían en protegerse. Necesitaban de estos momentos de reunión y
alegría, los hacía sentir más fuertes ante todos los sucesos complicados
que  no dudaban ocurrirían.



     Florencia no podía dejar de moverse mientras
picaba las cebollas, le gustaba ese tema pero su mente no descansaba, recorría
sin cesar recuerdos de su familia, de su madre, de su tía Bertha, evitaba que
su mente anclara en Román, hasta que
pensó en Jorge. Éste le había prometido unos apuntes de un teórico al
que ella no había podido asistir. Jorge, su especial y misterioso amigo. ¿Dónde
viviría? Siempre evadía dar su dirección, daba explicaciones vagas pero a
ella  esa cuestión  no la influenciaba para quererlo y ser su
amiga, él era un compañerazo, sonrió recordando el día  que bajaba corriendo las escalinatas del
Museo, exultante de alegría pues había aprobado la temible “Introducción a la Química”, Jorge estaba
abajo esperándola recién llegado de su provincia, el Chaco. Feliz y con una
sonrisa de aprobación por el resultado del examen de su amiga, tenía en sus
manos una bolsa de arpillera que se notaba llena. Al llegar Florencia se
abalanzó en sus brazos, se abrazaron y gritaron de alegría.
¡Tanto tiempo¡
¿ Qué remontaste el río? ¿Solo?  ¡Siempre
tan loco y excéntrico! ¡Por fin, por fin, esa maldita materia!
Luego de los saludos y festejos Jorge le ofreció
mostrarle lo que había traído de su provincia, que según él era muy importante
para la cátedra de Zoología General y abrió la bolsa, Florencia alcanzó ver un
enjambre de serpientes que se movían ondulantes y se enredaban entre ellas, no
recuerda más porque se desmayó.
Ese loco de los bichos y sus teorías evolucionistas, no pudo evitar soltar una
carcajada cuando recordó el día que fueron al Zoológico con la Cátedra de Zoología de
Vertebrados.

Ocurrió un día maravilloso de primavera,
las plantas estaban en plena floración, los animales en celo, el sexo y la
necesidad de reproducirse dominaba el ambiente del zoológico, los olores  hechizaban. A la entrada lo primero que
vieron fue al Pavo Real, lucía todo su plumaje blanco, desplegado, vibrante, esto
provocaba la vergüenza de sus rivales y la excitación de las hembras. En otras
secciones los animales se paseaban con ostentosa vanidad, esa soberbia les
permitía conquistar a las compañeras de cautiverio, primer eslabón para que en
el drama de la vida pudieran perpetuar su especie. Los estudiantes cargaban a
las chicas destacando la belleza del sexo masculino en el mundo animal.  ¡Já!
Ellas le retrucaban que con la excepción del Homo sapiens, en el cual la
hembra era la bella,  se armó una batahola,  la causa merecía una seria
discusión. 

En un momento Florencia quedó rezagada, vagando por los senderos anotaba las observaciones pedidas por el
profesor cuando divisó en una cueva ubicada debajo del nivel del suelo a un
enorme tapir que furioso golpeaba con una de sus patas el piso de la cueva,
quedó tiesa mirando al animal, éste transmitía una furia incontrolable, había
algo de fascinante en su comportamiento. Alarmada corrió hacia Jorge y le
comentó el caso, juntos regresaron a observar la cueva,  pero Florencia hizo  la imperdonable pregunta
¿Acaso los mamíferos no
tienen cuatro patas, porque éste tiene cinco?
─. Las consecuencias fueron
vergonzosas y terribles para Florencia, hasta el día de hoy la cargaban y le
hacían  evocar el suceso. En esos
momentos los recuerdos quedaron en stop, comenzaron a llegar los invitados, no
había cabida para el aislamiento....

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