Revista Diario

George Orwell. Poemas.

Publicado el 30 abril 2024 por Elcopoylarueca

GEORGE ORWELL
POEMAS

«En malos tiempos nacidos…».

George Orwell. Poemas.

Crucifixión, Francis Bacon, óleo sobre lienzo, 1933.

George Orwell en Por qué escribo nos revela sus intenciones acerca de su papel como escritor. En el texto, publicado en la revista Gangrel nº 4, verano de 1946, también afirma que sabe «con cierta claridad» el tipo de asunto que le interesa tratar. En Por qué escribo afirma que sus intenciones son políticas. Dice:

«Deseo empujar al mundo en cierta dirección, alterar la idea que tienen los demás sobre la clase de sociedad que deberían esforzarse en conseguir. Insisto en que ningún libro está libre de matiz político. La opinión de que el arte no debe tener nada que ver con la política ya es, en sí misma, una actitud política».

La poesía de George Orwell discurre por la misma senda que el escritor ha trazado para su narrativa. Es una poesía crítica y reflexiva, donde el panfleto, a pesar de la intención de despertar la conciencia del lector, no tiene cabida.

Los poemas de Orwell son el cofre que guarda sus ideas, sus principios y su actitud ante el mundo torcido que le tocó vivir. Un tiempo donde todo se volvió materia regida por «las bestias de acero».

George Orwell vivió la caída del Imperio británico y el zarpazo despiadado que este dio a sus colonias. George Orwell presenció la Guerra Civil Española y se vio, como el resto de la población europea, envuelto en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial, en la Guerra Fría y en los inicios de un nuevo papado: el financiero=globalista. 

George Orwell. Poemas.

Orwell en la BBC, fotografía, 1940.

El autor de 1984 y Rebelión en la granja fue testigo de cómo los totalitarismos se extendieron como droseras devoradoras de libertades. Así que cómo no otorgar a la palabra el poder de advertir de los peligros de una sociedad encaminada a anular la espiritualidad, que es, precisamente, lo que nos distingue de las fieras. Esto es lo que hace Orwell con sus poemas, que no son más que exhortaciones versificadas donde queda en evidencia su estado de ánimo, marcado por la certeza del triunfo del vacío existencial.

La editorial Visor publicó hace unos años la obra poética de George Orwell. Es de Poesía Completa de donde hurto estos cinco poemas con el fin de abrir tu apetito por el libro.

Poesía completa nos ofrece la posibilidad de apreciar cómo madura el verso en la medida en la que Orwell va creciendo —el primero que aparece es ¡Despertad, jóvenes de Inglaterra!, publicado en 1914. ¡Tenía once años!—. Además, esta edición bilingüe nos permite comprobar que los temas que importaban a Orwell se mantienen en el tiempo.

Poesía completa está traducido por Jesús Isaías Gómez López, quien también es responsable de la introducción y de las instructivas notas que acompañan los títulos.

George Orwell. Poemas.

Hoy recuerdo a dos ingleses que compartieron los avatares del pasado siglo. Esos ingleses son George Orwell (1903-1950) y Francis Bacon (1909-1992).

Francis Bacon y George Orwell, creadores de metáforas figurativas —en uno las imágenes se muestran a través de la pintura y en el otro a través de la escritura—, son notarios que dan fe del cambio radical que el siglo XX ha traído a la humanidad.

Orwell y Bacon comparten una forma de expresión muy personal y provocativa. Igualmente comparten la misma visión de futuro, donde el optimismo es revocado por la pasividad con la que hemos trocado nuestra espiritualidad por el nihilismo que devora el afán de conocimientos. Doctrina que ha abierto las puertas a la llamada, y poco conocida, Agenda 2030 —¡Ay, he leído que Francis Bacon repetía con frecuencia: «Nada. Nada. Simplemente nada, nada».

Amigos, aquí dejo los poemas, emotivos y directos como flechas, de George Orwell. Y, cómo no, irán precedidos por las obras intensas y asfixiantes, donde cohabitan empaste y línea, de Francis Bacon. Deseo que ellos dos, juntos en este espacio, hagan que nuestra conciencia sienta una agudo aguijonazo. Es una punzada necesaria si queremos —parafraseando a Ibsen— «despertar de entre los muertos».

George Orwell. Poemas.

POEMAS

George Orwell. Poemas.

Estudio para autorretrato, óleo sobre lienzo, 1976.

PARA A.R.H.B

¿Quién es el Gran Capitán? ¿Quién es
ese que todo Remero Principal desea ser?
Es quien hace zarpar el Arca sublime
con la que ellos en vano intentan llevar el compás.
Es quien pone avisos a porrillo,
luego cambia del todo de parecer y va a poner más.
El que nos multa a lo bestia por dañar
nuestros barcos, remos, botes, lo que sea.
El que desprecia las reglas tan pomposamente obedecidas
por inferiores luces que la suya; el que no se asusta
de meter a un inútil en el bote, si le
da la gana, y hasta le hace remar.
Él es tan grande que desprecia tan nimias reglas,
sólo impuestas por tontos y novatos.
Este es el Gran Capitán, este es
quien todo Remero Principal desea ser.

George Orwell. Poemas.

Van Gogh en un paisaje, óleo sobre lienzo 1957.

A VECES EN PLENO OTOÑO

A veces en pleno otoño,
en los días sin viento en que se han ido volando las golondrinas,
y los marchitos olmos abatidos están en la neblina,
los árboles son criaturas, absortas, aisladas,

lo sé, no como en el yermo pensamiento,
sino sin palabras, como saben los huesos,
¡qué sofoco de mi cerebro!, ¡qué letargo!,
me esperan en la oscura tumba a la que voy.

Y veo a la gente abarrotando las calles,
la gente marcada con la muerte, ellos y yo
sin rumbo, vagabundos, como hojas errantes,
ciegos ante la tierra y el cielo;

nada en que creer, nada que amar,
sin alegría, sin dolor, sin atender la corriente
de la hermosa vida que fluye dentro de nosotros,
sino luchando, bregando como en un sueño.

¡Oh!, tú que pasas, detente y recuerda
que el tirano retiene tu vida en depósito;
recuerda la fatídica hora marcada,
el golpe final, la oscuridad del más allá.

Y dinos, como hombres condenados,
que en la paz y la frugalidad del tiempo quedamos
para aprender de nuestro mundo mientras podamos,
y moldear nuestras almas, por muy malas que sean;

y viviremos, mano, ojo y cerebro,
piadosamente, por fuera, siempre alerta,
hasta que todas nuestras horas ardan claras y atrevidas
como llamas de velas en el aire sereno;

así nosotros en la fuga de la vida
un pensamiento, una fe, un significado salvaremos,
y lo diremos antes de irnos
en silencio a la silenciosa tumba.

(Publicado en 1933).

George Orwell. Poemas.

Retrato de Isabel Rawsthorne de pie en una calle de Sobo, óleo sobre lienzo, 1967.

EL MENOR DE LOS MALES

Vacíos como la muerte y lentos como el dolor
pasaban los días perezosos;
y la semana del cura había vuelto
mientras bajaba por la callejuela.

Fuera, llamaban las palomas cansadas,
el sol abrasaba los bancos de lodo;
dentro, viejas doncellas aullaban
un triste cuento de sangre y espinas.

Pensé en todas las campanas de las iglesias tocando
en pueblos que la gente cristiana llenaba;
oí las devotas doncellas cantando;
me volví a la casa del pecado.

La casa del pecado era cutre y oscura,
rodeada la puerta de marchitas flores,
que escupían su jugo de betel por
los podridos bambús del parqué.

¿Por qué —gritó la mujer—
no vienen más a mi dulce cama?
Si yo no iba, moría su alma,
y diez rupias yo le daba.

Pasaron las semanas, y muchos días
y aquella mujer de negros cabellos me suplicó
cuando fui a visitarla
ir más veces que antes.

Los días fueron pasando como caídas hojas marchitas.
Y la semana del cura llegó de nuevo.
Otra vez las devotas viejas doncellas aullando estaban
sus feas rimas de muerte y pena.

Callejuela abajo me encaminé
allí donde me esperaba la mujer;
y recordando su grasiento cabello,
me metí en la casa de Dios.

(Escrito en Birmania entre 1922 y 1927).

George Orwell. Poemas.

Retrato de Michel Leiris, óleo sobre lienzo, 1976.

VERANO POR UN INSTANTE

Veraniego por un instante el sol otoñal sale de sopetón,
y la luz que va por los olmos de las esquinas es verde y clara;
baja por la vereda y las rugosas caléndulas resplandecen
en llamas de nuevo, las últimas llamas del moribundo año.

Un herrerillo pasa veloz con un destello de alas; a comer
donde el coco cuelga del peral en la pared;
mete el pico en la comida como diminuta piocha golpeando
con su aguzado pico mientras se aferra a la oscilante cáscara.

Y entonces, sube por el tronco con pata firme y lustroso como un ratón,
a encaramarse y exponerse al sol; todo el cuerpo y el cerebro
exaltados en la súbita luz solar, gozoso al creer
que el frío se fue y el verano aquí está otra vez.

Pero veo yo las ocres nubes que se dirigen al sol
y una angustia que trasciende la razón
atraviesa mi corazón mientras pienso en el cercano invierno,
y la luz efímera que brilla como el espectro de mayo;

y el pájaro, ajeno, bendiciendo el eterno verano,
en gozoso laborío, orgulloso de su fuerza, de alegre plumaje,
ajeno al halcón y la nieve y la escarchada noche,
y a su predestinada muerte.

(Publicado en 1933).

George Orwell. Poemas.

Estudio para autorretrato, óleo, pastel y letraset sobre lienzo, 1981.

EN UNA GRANJA EN RUINAS JUNTO A LA FÁBRICA DE GRAMÓFONOS DE LA VOZ DE SU AMO

Aquí ante la puerta musgosa
entre dos mundos opuestos,
a la izquierda los negros y yermos árboles,
las pocilgas vacías, los establos son

armazones derrumbados, y a la derecha
las torres de las fábricas, blancas y claras
como lejanas ciudades relucientes vistas
desde la borda de un buque, mientras yo aquí estoy,

siento, con una aguda punzada,
mi enfermedad mortal; que doy
mi corazón a los débiles y hueros fantasmas,
pues con los vivos vivir no puedo.

El ácido humo ha arruinado los campos,
y tostado las pocas flores vencidas por el viento;
más allí, donde el acero y el cemento se elevan
como vertiginosas torres geométricas,

allí, donde las picudas grúas van arrasando,
giran las grandes ruedas, y los trenes rugen
como fuertes, cabezudas bestias de acero,
allí está mi mundo, mi hogar; ¿pero por qué

me resulta tan ajeno? Pues ni puedo
habitar ese mundo ni volver de nuevo
a la espada y la guadaña, sino sólo merodear
entre los árboles por el humo asesinados.

Pues cuando los árboles jóvenes eran, los hombres aún
elegir su camino podían, el alma alada,
no maldita por dobles dudas, volar podía,
como flecha al blanco previsto;

y quienes planearon esas altísimas torres,
ellos también han liberado su espíritu;
a ellos su rutilante mundo traerles puede
la fe, y el establecido destino.

Pero a mí no me vale mientras estoy aquí
entre dos mundos, en ambos sentidos rotos,
que siguen inmóviles, como el asno de Buridán
entre la avena y el agua.

(Publicado en 1934).

George Orwell. Poemas.

ENLACES RELACIONADOS

1984 (George Orwell). Película (Orson Welles).

Revolución y libertad (Georges Bernanos). Texto.

¿Por qué la guerra? (Albert Einstein y Sigmund Freud).

Lucian Freud en el Thyssen. Pintura.

Doris Zinkeisen. Pintura.

Oskar Kokoschka. Pintura.

El arte de entreguerras en Italia (1917-1933).

Otto Dix. Tríptico de la gran ciudad. EL tríptico profano.

La máscara de Dimitrios (Eric Ambler). Película.

La destrucción de Kreshev (Isaac Bashevis Singer).

En la cabeza de Bruno Schulz (Maxim Biller).

La imagen humana: arte, identidades y simbolismo.

Los huevos fatales (Mijaíl Bulgákov).

El arte en revolución. De Chagall a Malévich.

Fahrenheit 451 (Ray Bradbury).

La máscara de Dimitrios (Eric Ambler). Película.

La vanidad humana (Jaroslav HaŠek).

Dostoievski, Bakunin y Nechayev.

Lev Tolstói. La violencia y el amor.

El problema de la libertad (Thomas Mann).

Poemas (John Keats).

Georg Heym. «El día eterno». Poemas.

Percy Shelley. Poemas.

Lord Byron y Samuel Palmer. Poemas y grabados.

La entrada George Orwell. Poemas. se publicó primero en El Copo y la Rueca.


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