Revista Diario

Goticos

Publicado el 16 marzo 2011 por Chirri
No era de los mejores lugares donde uno querría estar, pero la obligación se anteponía a la devoción, además en mi caso, tenía que dar ejemplo, ¡que se le va a hacer! La puerta de O´Donnell del cementerio me correspondía vigilar esta noche, ante la acumulación de denuncias por vandalismo y practicas satánicas que noche tras noche se practicaban en él.
Entre los mozalbetes, se había puesto de moda el estilo gótico, unos familiares cercanos del presidente del gobierno, no se les había ocurrido una cosa mejor que acudir disfrazados y vestidos de negro, ante el presidente del mundo mundial, en otra época, esto habría sido la rechifla general, pero al contrario de lo que se podía esperar, sirvió de acicate a una juventud, falta de valores y ávida de posturas rompedoras y transgresoras con la cultura y la moda imperante. Con tristeza observaba por la calle que apenas se veían ya botones rojos en las solapas, postrera moda impuesta por la ortodoxia de las marcas dominantes en la moda.
Esto no sólo conllevaba el vestir de una manera determinada, el estilo de música cambió radicalmente, triunfando ahora grupos autodenominados “satánicos” de ritmos duros y letras que rezumaban necrofilia, la palma se la llevó David B. subido al carro del goticismo, había dejado de ondularse el cabello y lo había teñido de puro azabache, sus fans, pasado el primer momento de estupor, se habían transmutado alborozados, aunque todavía lo mejor estaba por llegar, su primer videoclip batía records de audiencia, en él se aparecía en un lúgubre cementerio, abriendo la tapa de su ataúd y con una monda calavera en la mano entonaba su canción, convertida en himno por la juventud.
Goticos
A partir de entonces, la lucha por la posesión de este adorno comenzó de manera desorbitada, los más pacíficos se conformaban con cráneos de material plástico, pero los más dogmáticos, comenzaron a saltar las vallas de los cementerios en busca del preciado trofeo, esto creó una ola de denuncias por las tumbas que iban profanando, sin que ningún cementerio se salvara de sus ataques.
El alcalde dispuso que se necesitaba dar un escarmiento, por lo que habíamos dispuesto un plan de choque, por el que todos los cementerios de la ciudad quedaron vigilados por la noche, por lo que mis noches ya de por sí tristes, se veían ahora terriblemente aburridas, montando guardia junto a la verja metálica, ante unos vecinos silenciosos, nada que ver con mis alegres noches, delante de una copa de güisqui, en el maravilloso ambiente del Búho bizco. Ahora capeaba como podía la noche moviendo de un lado para otro el dial de la radio, en una infructuosa búsqueda de un programa ameno para aliviar el paso del tiempo, ante la ausencia de “Butanito” en las ondas, el aburrimiento saturaba el habitáculo del coche patrulla.
Tras múltiples cabezadas contra mi pecho, el cuello me dolía horriblemente y los ojos me picaban, pues empalmaba un cigarrillo tras otro, de todas formas preveía una noche tranquila, lo más seguro es que las hordas góticas no actuasen hasta el viernes o sábado, pues entre semana poco movimiento se veía por la noche en general.
Quedaba poco más de una hora para el amanecer, cuando me despabilé del todo, acababa de ver una sombra saltar la valla, me envaré y llamé por la emisora a mi subordinado, el inefable subinspector Bernal.
- ¡Bernal! ¡Rápido! Reúnete conmigo en el interior del cementerio, en la parada del autobús.
- De acuerdo jefe, voy para allá.
Me introduje en el cementerio y caminando por la ancha avenida, sin encender la linterna, iba mirando por los cuarteles en busca del invasor, pero este debió de seguir más adelante, al parecer no se conformaba con los primeros enterramientos.
Así continué hasta encontrarme con Bernal que me aguardaba en la parada del bus.
- ¿Qué hacemos ahora, jefe?
- Tú camina por la avenida, yo iré paralelo a ti, por la calle junto a la tapia.
Así dispusimos la búsqueda del intruso, de vez en cuando nos parábamos a escuchar, pero sin ningún resultado, también era posible que éste no dispusiera de herramientas para levantar una lapida y se dirigiese a la zona de los nichos. Al rato un susurro de Bernal me hizo acudir junto a él.
- ¡Inspector! Mire, allí hay una persona que sujeta un rifle. ¿Pido refuerzos?
Miré donde me indicaba y vislumbré una elevada figura, muy alta para ser una persona, por lo que me decidí a encender la linterna y alumbrar en su dirección, a su vez, Bernal, impaciente o nervioso, desenfundó su arma y con voz tronante gritó:
- ¡Alto, policía! ¡Tire el arma al suelo y levante los brazos!
- ¿Tú estás tonto, Bernal? ¿No estás viendo que se trata de Juanita?
- ¿Qué Juanita? –Repuso balbuceante, como cada vez que metía la pata.
- Que Juanita va a ser, pues Juanita Cruz la torera.
- Caramba, pues la espada parecía un rifle.
- Tú si que estás para el descabello, so cenutrio.
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 Seguimos avanzando mientra el alba empezaba a asomar, pronto el intruso no podría esconderse en la oscuridad, por lo que estaba disfrutando de sus últimos minutos en libertad, con el cabreo que tenía de pasar las noches en vela en este lugar, le haría caer con toda la fuerza posible el peso de la ley, dura lex, sed lex.
- Mire jefe, fuegos fatuos. –Interrumpió mis pensamientos Bernal.
- Desde luego que no tienes remedio, ¿Fuegos fatuos en Marzo? tú si que eres fatuo, eso son fogonazos de un flash.
Desenfundamos nuestras pistolas y nos acercamos sigilosamente a un grupo de cipreses, desde donde parecían salir los fogonazos, le hice una seña a Bernal y se desplazó en una maniobra envolvente, el intruso no tendría escapatoria, de un salto me abalancé hacia el con la linterna encendida:
- ¡Alto, policía!
Sorprendido, dejó caer lo que tenía en las manos.
- ¡Date la vuelta pimpollo, que te vea tu asquerosa jeta! ¡Gótico apestoso!
Lentamente se dio la vuelta y al alumbrar su rostro con la linterna, no pude por menos que exclamar:
- ¡Ostras, Andrés! ¿Qué haces tú aquí?
- Pues ya lo ves, haciendo fotos a las tumbas para “Que foto!”, aprovecho la luz del amanecer para darle un aspecto más tétrico.
- ¿Y no podías pedir permiso o avisar a las autoridades?
- ¿Tú crees que con la caña que doy a las autoridades con La Zona mileurista, me van a dar algún permiso?
- Pues si, tienes razón. Bueno, como ya es de día, vamos a desayunar unas porras con una copa de anís al Búho bizco y así te presento a la nueva secretaria de Thomas, una tal Margarita Ricchi, que está de muy buen ver.

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