Revista Literatura

Hablando de ética

Publicado el 31 enero 2010 por House
Regreso a este espacio tras más de un mes de ausencia por razones laborales, y espero que sea éste el inicio de la resurrección de este espacio virtual, pero no puedo garantizar nada debido a las razones antes expuestas.

Hoy quiero hablar de ética. Y lo hago a raíz de una noticia que acabo de ver en el Telediario de TVE. A consecuencia del terrible terremoto que ha sacudido a Haiti da la sensación que la sociedad se volvió más solidaria y más comprometida que nunca, particularmente con aquellas regiones del mundo en las que los índices de pobreza y mortalidad son demasiado desproporcionados. Da la impresión de que ahora todos los esfuerzos internacionales giran en torno a este paupérrimo país centroamericano. De repente, como si una gigantesca ola nos hubiera invadido a todos, las sociedades del mundo entero han caído en la cuenta de que Haiti existe, como Teruel, y que este país está sumergido en un caos, un desorden y una zozobra que tardarán muchos meses todavía hasta que desaparezcan de la piel de sus habitantes. ¿Qué pasa, que la Tierra tiene que mostrar su rostro más desbocado y atroz para que caigamos en la cuenta de que Haiti, por ejemplo, tiene la renta per cápita más baja de todo el hemisferio occidental? Para que se entienda fácilmente, este país de las Antillas puede considerarse el país más pobre de toda América. Y es sólo un ejemplo.

Como digo, a raíz de este voraz terremoto, han salido a la luz pública otras personas que, desde su ética personal, están comprometidos con las sociedades menos desarrolladas. La enviada de TVE a Puerto Príncipe entrevistó a una religiosa española que se encuentra allí ejerciendo su vocación de servicio a los demás (que poco tiene ver con la vocación que se nos pretende inculcar desde otros lugares del mundo, como la Plaza de San Pedro, en Roma). Esta religiosa explicaba cómo se desarrollaron las primeras horas tras el terremoto y cómo durante esas horas murieron en sus manos diez personas, la mayoría niños, sin que ella tuviera posibilidad alguna de hacer nada por salvarles la vida o, al menos, por retrasar el momento de la muerte. Como religiosa, su ética le decía qué debía hacer entonces y ahora. A pesar de quedarse sin nada, a pesar de tener que pernoctar a la intemperie, ella se siente feliz porque, conforme pasan los días, está convencida de que su trabajo tiene sus efectos entre los ciudadanos de Puerto Príncipe. Sus convicciones religiosas, su ética, es la que sujeta ese espíritu comprometido y esa férrea voluntad por continuar luchando por los más desfavorecidos del mundo.

Pero al igual que ella, otras personas, como médicos, bomberos, sanitarios, militares, cooperantes también tienen el mismo objetivo fundamental: salvar vidas y poner orden y concierto en un país totalmente abandonado a su suerte. La ética de estas personas es la que les empujó a coger un avión y marchar hasta aquel país con un único objetivo.

Como se ve, dos éticas diferentes, dos conceptos distintos de entender la vida, pero coincidente en el mismo vértice: la solidaridad internacional. Esta conjunción de fuerzas es un claro ejemplo de que hablando de ética todo es posible. Si lo es desde un punto de vista religioso, también lo es de un punto de vista social o médico. Y siempre deben ser coincidentes. Nunca excluyentes.

“Mi ética” como religioso puede decirme que tengo que marchar a miles de kilómetros a predicar un mensaje religioso, y esta actitud es muy noble y humana. Pero no menos que la anterior, es la de aquellos hombres y mujeres que ponen sus conocimientos, su experiencia y su sabiduría a favor de aquellos que, al no tener nada, no tienen nada que perder y malviven minuto a minuto, sin saber qué va a ocurrir dentro de unas horas.

Existen tantas clases de ética como de seres humano, y nada ni nadie debe decirnos sí esto es ético o no lo es.

Lo que realmente no es ético es predicar cierta ética desde determinados despachos envueltos en riquezas desmesuradas. Para ser ético de verdad hay que estar en la calle, en contacto directo con aquellos que sienten que ética significa vivir en la más absoluta penuria. No me sirven los que vocean de ética desde su poltrona sin sudar la camiseta. Vamos, ni la camiseta ni la sótana. No me sirve que para ganarse la popularidad de las gentes cuando lleguen a su nuevo destino, prediquen su popularidad con imágenes mediáticas. De nada sirve, por ejemplo, que en la catedral de Oviedo un obispo se beba en público un culín de sidra para ganarse la simpatía de los oventeses, si cuando se siente en su despacho del palacio arzobispal se olvidó de la religiosa de Puerto Príncipe y de los sanitarios, bomberos y médicos que, junto a ella, intentaron devolver la ética a los haitianos. Así de fácil.


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


House 20 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Dossier Paperblog

Revistas