Revista Literatura

Hay que hacer algo

Publicado el 14 julio 2011 por Migueldeluis

Hoy mismo, mientras buscaba materiales para street children me topé con una foto de unos niños filipinos rebuscando comida en la basura. No me conmovió esa foto de aficionado, la escena la he visto muchas veces, incluso en directo. Lo que me conmueve es la reacción del fotógrafo.

No basta con que le des a “Me gusta” o que lo compartas…

¡Haz algo!

Ni os imagináis como conozco ese sentimiento de rebelde soledad. Sí, yo también he visto a niños pasando hambre y a la gente pasando de largo. ¿Y qué diré para describirlo? ¿Algo bonito pero atroz como que se te desgarra el alma? Ese sentimiento de desesperación que nace de la sensación de ver al mundo sumido en la locura, de querer llorar y gritar a la vez como un profeta de tiempos remotos. Y luego hablas, se lo cuentas a todos, y no puedes parar, pero nadie casi nadie parece hacerte caso. Hablas hasta que te consideran un estorbo. Francamente, no quiero recodar ni mis lágrimas ni mi rabia.

Haced esto

El error es pensar que se puede animar a la gente a hacer algo. Es tan evidente, ¿no? Si hay un niño con hambre se le da de comer y lo demás son excusas con remite del infierno. Pero resulta que la gente no es un líder. De hecho un grupo de personas es una nada sin un líder. Y un líder no puede decir “seguidme a alguna parte”, sino “seguidme, vamos a Samarcanda”.

La bondad humana, como el ansia de dinero no sirve para nada sin un plan concreto. Es necesario definir qué se quiere hacer, dónde, cómo y cuándo y guiarlo con la misma seriedad e iniciativa que un negocio. Y cuando empiezas a actuar así, ayudando a personas concretas de una manera real, descubres que ya hay muchos ayudando y tú, eres el último de la fila.

Fue ese descubrimiento una de las causas que me llevaron a iniciar este blog hace casi tres años; y es que la excelencia no es sólo un objetivo para la versión capitalista del estajanovista soviético, ni el esfuerzo un coto privado de la derecha liberal, ni las técnicas de productividad exclusivamente una herramienta para hacerse rico o sacar una oposición, sino también para darnos a los demás y cambiar algo de este mundo de seis mil millones de almas.


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