Revista Talentos

Héctor el niño que supo decir No.- Parte 2

Publicado el 17 diciembre 2015 por María José Luque Fernández @sonrisasdecamaleo
............Héctor el niño que supo decir No.- Parte 2Necesitaba aquella fortaleza para sobrevivir en la Jungla. Aprendía rápido, siempre había sido así y no quería terminar su vida en aquel lugar.De hacerlo, su esperanza de vida era corta, tremendamente corta, apenas unos años y en que condiciones….. no, ella no quería ser golpeada día tras día, su cuerpo no sería ultrajado al antojo de unos desalmados o a cambio de comida, no iba a vivir entre ratas, ni en cubículo en el que la lluvia y el viento eran los invitados permanentes.A pesar de su corta edad, pensaba y razonaba correctamente, analizaba los problemas e intentaba buscar varias soluciones, y acertaba, cogiendo la más adecuada al momento.Su fortaleza no dejaba lugar a dudas. Había transcurrido un año desde que sus padres desaparecieron una mañana y su vida se quedo sumida en la más completa soledad y desamparo.¿Qué había sido de ellos? No lo sabía con exactitud, pero pensaba que la habían abandonado, al fin y al cabo, ella solo era un estorbo en aquellos momentos.Despacio tal vez más por el miedo que por la precaución, caminaba hacía el lugar donde aquella mujer la llevo para curarle las heridas, temblaba no podía evitarlo.No sabía muy bien que se encontraría allí, pero tenía que intentarlo, ya las cosas se estaban poniendo muy complicadas y no podría aguantar mucho más tiempo medio escondida, tarde o temprano alguien daría con ella y pasaría lo inevitable.Héctor el niño que supo decir No.- Parte 2Mejor no pensar en ello de momento, hace ya mucho tiempo que decidió vivir el día a día, mejor dicho, sobrevivir cada amanecer para poder descubrir el siguiente. Era como tantos una superviviente.Sus pies desnudos doloridos por el calor del asfalto la conducían a duras penas entre los coches, la gente, a su destino. Ahora todas las casas le parecían iguales, ¿podría encontrarla?Cuando la tuvo delante, no tuvo dudas, era aquel lugar. Un águila de color roja estaba dibujada en el gran pomo dorado de la puerta. De repente, oyó la voz de Héctor, como era posible aquello. Héctor nunca había salido de aquel barrio donde no había casi agua ni comida. La suciedad era lo más normal allí.Héctor  era un niño que vivía desde que nació en las favelas, así llamaban a los barrios pobres, muy pobres, como el suyo,  llenos de casas a medio hacer de madera o cartón, con mucha suerte algunas de ladrillos, en Brasil, su país, la vida era dura muy difícil para algunos y demasiado fácil para otros. Un lindo país de clima caluroso que se encuentra al otro lado del océano.  La mayoría de la gente allí es tranquila, viven el día a día sin prisas, sin mucha actividad,  en las ciudades la vida es de otra manera y la gente vive algo mejor. Sus playas son de arena fina clara y suave mientras que sus aguas transparentes te incitan al baño.
La casa de Héctor estaba hecha de trozos de madera que habían ido encontrado tirados por cualquier lado. Los recogieron y los juntaron como pudieron con algunos clavos, con cuerdas.........El hueco que hacía de puerta, estaba cubierto por  una especie de trozo de manta.Una cama chica de hierro negro en una esquina de la chabola servía para dormir todos, aunque no fuera tan cierto, cuando llegaban los más mayores, por ejemplo, su padre y su hermano, el se quedaba fuera. No había sitio en ella para todos.Héctor se quedaba acurrucado en un rincón, intentando moverse lo menos posible, pensaba que las ratas no le molestarían si así lo hacía y además conservaba mejor el poco calor que sentía, cuando los huracanes llegaban y dejaban todo tan mojado y húmedo, que no había forma de entrar en calor en mucho tiempo.Aunque para muchas personas, habitantes de otros países, podría ser solo un mal sueño, una leyenda, aquí no,  para Héctor y otros muchos niños, son hechos reales cada día de su vida.Al amanecer su hermano y su padre salían y no volvían hasta la noche, Era como si Héctor no existiera, a veces, si se cruzaba en su camino, se llevaba algún que otro golpe acompañado de gritos. 
Héctor el niño que supo decir No.- Parte 2No, era mejor, él pequeño lo sabía ser un niño invisible y ese era su juego preferido, al fin y al cabo era un experto.
Tenía otro amigo como él se llamaba  Joan y juntos eran invencibles. Hasta ahora habían conseguido ser unos héroes, tenían 6 años y estaban vivos, verdaderos supervivientes, ¿no lo pensáis vosotros también?
Juntos los dos niños se colaban en cualquier hueco en el que se oliera a comida, un mendrugo de pan, era una gran recompensa para ellos, entonces, lo compartían como verdaderos  hermanos.
Algunas veces les tocaba correr de lo lindo y esconderse casi bajo las piedras. La vida en aquel lugar era muy difícil, a nadie le gustaba que le quitaran la poca comida que tenían.
Un día se atrevieron a subir hasta la colina, al otro extremo del barrio, donde vivían y se asombraron bastante, las casas aunque malas, estaban mejor hechas que las suyas y un poco más limpias, las calles no tenían ese barrillo perpetuo, que les hacia estar siempre sucios.
Héctor el niño que supo decir No.- Parte 2Había cuerdas en las ventanas, porque aquellas casas tenían ventanas y puertas.
Héctor y Joan  no podían creer lo que estaban viendo, colgando de las cuerdas había ropa limpia, muy limpia.
Se sentaron en una esquina del callejón, seguros de que nadie podía verlos y permanecieron allí, sin saber porque, sin hablar, sin mirarse, sólo con los ojos puestos en aquellas casas, en esa ropa limpia.
Continuara...........Marijose.- 

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