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Hestia, Rasgando Velos, majestuoso aceite de ducha

Publicado el 25 abril 2015 por Ptolomeo1

Vela de HestiaLa expresión griega “empezar por Hestia” aludía al principio que representaba la silenciosa deidad que ostenta el grado de primera diosa del Olimpo, previa incluso al Zeus poderoso, hija de Rea y Crono, el primer titán. Vinculada directamente al hogar en el sentido de lumbre, al decir de Pitágoras era la guardiana del fuego y la llama naranja que flameaban en el centro de la tierra; fogatas, antorchas y teas encendidas eran sus símbolos.

En la Roma antigua, Hestia era conocida como Vesta y las vírgenes vestales Vesta publica populi Romani Quiritium sus sacerdotisas, quienes constituían una excepción  dentro del rígido orden romano que reservaba para los hombres la función sacerdotal. Mantener encendido el fuego sagrado del templo de Vesta era su cometido, ya que representaba bienestar y seguridad para Roma. La virginidad fue condición excluyente para ejercer el rol de las sacerdotisas, quienes se presentaban veladas y portando una lámpara de aceite en las manos.

Aún cuando Hestia ocupara un sitial de honor entre las doce deidades integrantes del panteón griego, no hay representaciones de su aspecto físico sino en forma difusa y etérea. Sin embargo, era una presencia venerada y permanente en cada hogar y a ella se dedicaban las primeras flores y frutos de la primavera. Las velas color naranja encendidas en su nombre evocaban el poder para mantener encendido el fuego cálido en tiempos fríos, que convocaba al encuentro y la unidad del hogar.

La energía de Hestia apunta al chakra cardíaco, al centro del corazón en el que arde la llama amorosa que tiene su correlato externo en el fuego sagrado del templo y en la lumbre cálida del hogar. A diferencia de Démeter que simboliza el sentimiendo apasionado de la madre, el amor de Hestia es de naturaleza universal y se relaciona con las necesidades del alma de la humanidad. Para conectar con las cualidades de la diosa se requiere de silencio y reflexión espiritual a fin de potenciar el cuidado del templo interior, que se han de reflejar en la serena paz exterior del espacio hogareño.

Rasgando Velos

Rasgando VelosNacido en Líbano, Jorge Adoum fue un estudioso desde muy joven de las escuelas de misterios sufíes, cristianas y coránicas, y se dice que habría sido iniciado en la Orden del Colegio de los Magos en su país natal. Radicado en París se matriculó en Medicina mientras continuaba con su formación esotérica, a la que se dedicó durante la residencia posterior en países latinoamericanos arribando a una visión de unidad de las diversas corrientes espirituales, que plasmara en una considerable cantidad de obras literarias.

Rasgando Velos es una exégesis del Apocalipsis de San Juan, el críptico libro del Nuevo Testamento que ha sido interpretado una y mil veces a lo largo de la historia. La Iniciación de las tradiciones espirituales se encontraría develada en el texto bíblico, que mediante su profusa simbología introduce al iniciado atento en la Gnosis que se torna accesible a quien se convierte en Conquistador de sí mismo, en el Cordero que accede a la iluminación al liberarse de pecado.

La noción de pecado no ha de entenderse en el sentido católico tradicional de infracción al dogma religioso, sino como actitud errónea (hamartia para los griegos) inducida por las bajas pasiones. Los enemigos del Cordero a los que debe enfrentarse el iniciado son la Bestia (mente inferior), el dragón (soberbia intelectual) y el falso profeta (deseo sensual); una vez que los conquiste a través del trabajo interno accederá al Mundo Divino que no es otro que el del conocimiento interior, donde se encuentran todas las verdades.

Rasgando Velos es un libro para leer sin prisa porque no resulta ameno y exige detenerse en cada párrafo una y otra vez. No obstante, resulta una interesante interpretación del significado del Apocalipsis y puede ser útil para develar aspectos ocultos de la propia personalidad, a la luz de la propuesta de su misterioso e iluminado autor.

Majestuoso aceite de ducha

SabonAvi Poatok y Sigal Kotler fundaron en el año 1997 Sabon en la ciudad de Tel Aviv, donde las esencias del Mar Muerto y la tradición cosmética de Medio Oriente se unieron para dar origen a productos irresistibles por fragancias y calidad.

Sabon persigue como objetivo no sólo la satisfacción de sus clientes, sino que los instantes dedicados al cuidado personal se conviertan en fuente de bienestar y belleza. Cada persona que se acerque a sus locales será atendida de manera personalizada, para que encuentre aromas y texturas que se adapten a su personalidad.

Los aceites de ducha elaborados a base de óleos de aguacate, oliva, jojoba y germen de trigo son altamente hidratantes y están indicados para pieles normales a secas. Se encuentran perfumados con esencias naturales y constituyen un tratamiento majestuoso para la piel del cuerpo, cualquiera sea la opción aromática que se adopte en ocasión de adentrarse en el universo único de Sabon.


Hestia, Rasgando Velos, majestuoso aceite de ducha

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