Revista Talentos

Hurra por mi planta de cayote-lacayote

Publicado el 24 abril 2014 por Perropuka

Hurra por mi planta de cayote-lacayote
Este 22 de abril se conmemoró un año más del Día Internacional de la Madre Tierra, título floreciente concedido por la ONU ante el empuje vigoroso del caudillo universal Evo Morales, quien como jefe supremo de los Guerreros del Arcoíris defiende a capa y espada a todas las criaturas que pueblan la faz de la tierra ante la tiranía del capitalismo y sus fuerzas del mal, que paulatinamente han ido acabando con toda forma de vida armoniosa, ergonómica, holística y equitativa; de ahí que los duendes son actualmente una especie en extinción, aunque coincidentemente en estos días han dado señales de vida en el altiplano paceño y en las pampas de Uyuni. En premio a su infatigable lucha contra las fuerzas oscuras destructoras de la naturaleza, Morales fue declarado hace un par de años como “Héroe Mundial de la Madre Tierra” por el Sabio Consejo de Ancianos integrado por Ban Ki-moon y otros senescales lunáticos.Como no podía ser de otra manera, los solícitos funcionarios de Su Excelencia prepararon las mejores galas para organizar el “Primer Encuentro Plurinacional de los Bosques y Madre Tierra” (sí, como lo oye) en la ciudad amazónica de Cobija, capital de la flor de patujú y de las mocitas ojos de guapurú. Para la importantísima cita se dice que invitaron a destacados representantes de la sociedad verde, entre ellos a los dirigentes de las secuoyas milenarias de California, a los pinos ácidos de la Selva Negra, a los ceibos barbudos del valle cochabambino y por sobre todas las cosas a los enigmáticos Ents de la Tierra Media, hogar de los juguetones y despreocupados hobbits. Como saben, la Pachamama es la diosa tutelar de los pueblos andinos y, por extensión de todo el planeta, gracias a la oportunísima intervención de S. E. que convenció a todos los líderes mundiales a adoptar esta nueva religión que, entre otras cosas, ofrece el paquete promocional para alcanzar la vida plena a través de un viaje interior al mundo del Vivir Bien (conocido en otros lares como Buen Vivir, Vida Armoniosa, Vida Buena, Tierra sin Mal, Camino Noble o lo que se le venga a la cabeza) que en sucintas palabras de sus profetas multidisciplinarios es “el horizonte civilizatorio y cultural alternativo al capitalismo y a la modernidad”. Pues nada, a recostarse y llevar vida horizontal, que un horizonte prometedor nos aguarda.Así las cosas, muchos activistas salieron a las calles en este día especial, promoviendo el uso de los energías limpias, poniendo énfasis en la austeridad como un valor importante para un consumo ecológico, solidario y respetuoso, y en contra de un consumismo desenfrenado y despilfarrador. Asimismo, se organizaron conmovedoras actividades como la proyección de documentales sobre el ciclo de reproducción del pingüino emperador de la Antártida, la vida privada de las plantas de David Attenborough, las apocalípticas conferencias de Al Gore, y la infaltable revisión de Avatar, el filme favorito de Su Excelencia, del cual se dice que reúne sus más caros anhelos medioambientalistas y antiimperialistas. Entretanto, sus ominosos cocaleros hunden sus machetes en el corazón de la jungla chapareña para seguir alimentando la insaciable voracidad de las factorías del narcotráfico.En fin, que casi todo el mundo en Bolivia se sumó al jolgorio de alguna manera. Comenzando por los jardines de niños a quienes disfrazaron de flores, arbolitos y bichitos silvestres para orgullo de sus papis y maestros. A los escolares se les dio un curso acelerado de ecologismo y a tenerle cariño a los basureritos trillizos del alcalde Cholango. En algunas plazas instalaron casetas adornadas con macetas y fotografías de vida silvestre, a la par que atronaban el ambiente con sus altavoces y obsequiaban folletos que calles más allá serían tirados inevitablemente. No faltaron ni los chalecos con logos de la Secretaría de la Madre Tierra y de otros organismos verdolagas de un día. Yo, por lo pronto, me sumé involuntariamente al homenaje preparando por primera vez una compota de lacayote, como se le conoce acá al pariente pobre del zapallo, un fruto similar en apariencia a la sandía, cuya mata rastrera crece a velocidad de vértigo, encaramándose incluso a los árboles o a los muros de barro de las casas. En los valles surge espontáneamente como la maleza, especialmente en patios abandonados. Como no es dulzón como el melón o la sandía apenas tiene sitio en las mesas bolivianas. A mí me gusta cocinado con ají y queso fundido. Cuando el fruto está tierno, rallado, con harina se preparan unos deliciosos bocadillos fritos. De chico era mi debilidad devorar rosquetes y empanadas con relleno de dulce de lacayote. ¡Qué tiempos aquellos!Hurra por mi planta de cayote-lacayoteAl divisar un ejemplar pequeño asoleándose en el patio de mis familiares, se me hizo agua la boca. Para sorpresa mía, mi tía me lo regaló ante el reclamo que le hice de qué esperaban para comérselo. “Está muy amarillo, tal vez se ha secado por dentro”, me replicó. Yo tenía esperanzas al sentir que no sonaba hueco. Para obtener una buena compota es importante asolear el fruto durante unas semanas hasta que la cáscara adopte una apariencia algo amarillenta. A los ejemplares más grandes es mejor asarlos al horno, para lo cual se hace una perforación a modo de tapón y se introduce bastante azúcar y palitos de canela para darle un toque de sabor. Se tapa la abertura y se lo deja varias horas en el horno de barro, ya apagado, para que cueza lentamente con el resto de calor. El resultado es un jugoso e indescriptible manjar, muy distinto de la consistencia harinosa del zapallo, desde luego.Pero como en estos tiempos ya no abundan los hornos de barro, no queda otra que la cocción en cocina. Bien troceado con cáscara y todo, azúcar al gusto, canela y clavo de olor y ¡a la olla! En una hora a fuego moderado está listo el potaje. Más sencillo que pelar papas y hervirlas. Se sirve mejor frio, como postre. Incluso sus pepas son agradables con un leve regusto a almendras. Y hasta tienen un efecto antiparasitario, decía mi difunta abuelita.Así le rindo homenaje a la madre tierra, la que nos nutre generosamente, deleitándonos con sus múltiples sabores y aromas. Cualquier día del año. Sin aspavientos, sin tanta alharaca. Sin cojudeces como mostrar plantines en la calle o lucir claveles o rosas en la solapa. Las flores en su sitio natural. ¡Qué doce rosas, ni qué nada!

Hurra por mi planta de cayote-lacayote

...Bon Appetit!



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