Revista Diario

Impresiones

Publicado el 11 marzo 2018 por Elizabeth Garcés @Elizabe18542408

Cuando comencé este blog decidí hacerlo utlizando la cronología, naturalmente, pero sín “echarle mano” todo el tiempo porque me da la impresión que a menudo esas pautas no son tan marcadas como yo desearía que fueran.  Los recuerdos vienen del pasado mezclandose con el presente de manera inexorable. He comprobado que en ocaciones un instante feliz me conduce a otro que no lo fue tanto, se trata de perderme en las emociones.

Aterrice en Francia junto a mis abuelos y mi madre. Fue extraordinario que toda la familia tuviera la ocación de abandonar Cuba, no es muy común que se pueda hacer en familia, nosotros contamos con esa suerte ya que la mamá de mi abuelo era francesa, casada con un español de Rosas, que emigraron a su vez, a Cuba. Sí, en mi familia siempre nos vamos de algún lugar. Gracias a mí bisabuela obtuvimos las visas para venir a Francia.

Llegamos en pleno mes de febrero, el frio era intenso y todo un “descubrimiento” para nosotros,  habituados a tener el sol encima de nuestra cabeza durante todo el año. Vestíamos atuendos que abrigaban perfectamente en el “invierno a la cubana” pero en Francia era como estar desnudos. Nos costaba caminar, nos sentíamos paralizados.

Todo lo que nos rodeaba nos parecía desmesurado:  la ciudad,  las gentes,  los movimientos de lo que forma esa ciudad. Era de noche y veiamos luces por todas partes,  una especie de acontecimiento para nosotros que vivíamos la eterna falta de electricidad en nuestro pueblo. En Perpiñan la gente caminaba de prisa,  nadie se miraba y pocos sonreían,  palpe un “frío” diferente ese que emana de la sociedad.  Los franceses son “frios”,  lo entendí enseguida

Mis abuelos tenían una cierta edad y esto no era para ellos,  los pobres habían tenído que irse de su medio habitual.  No fue fácil para ninguno de los dos,  lo comprendí en aquel momento y hoy lo comprendo mucho mejor.

Identifique los dos distintivos que  “hacen” de un francés lo que son:  la boina y la baguette de pan. Fueron las dos cosas que más ví nada más pisar Perpiñan.  Un francés es eso:  una boina y una “baguette” bajo el brazo.


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