Quietud en la tarde calurosa de verano,
detenida sin ruidos ni viento, la caja de la vida
olvidó hoy su melodía selvática en las horas
dormidas y muertas donde languidecen los deseos
del alma reprimida. Recogidos los besos,
aprisionadas las aspiraciones, amarradas,
silenciadas y…, siempre y por siempre las
palabras de amor y perdón mutiladas para no
romper el abismo que nos separa.
Amputadas las alas del deseo, con rejas en la
mirada, sobrecogida y temblando, mis labios callan.
Y es tan denso el silencio en este océano
abierto que reprimo hasta el más leve gesto.
El amor no existe, todo es un intento, un invento roto
en el aliento soñado del anhelo, un imposible que
quiere volar sin alas. Y…, es tan cálida tu mirada,
como el fuego ardiente que irradias, y me quema.
Golpeteo incesante de mi sangre, sedientos labios
del manantial de tu frente poblada de auroras, de
perfumes, de esferas, de cristalinas aguas, y ventanas abiertas.
Y todo es inmenso, pleno, cercano y auténtico…,
te quiero, callo…, guardo silencio.
Y muero en esta quietud silente sin hacer el más leve gesto.