Constató que (entre ángeles y cánticos celestiales) allí tampoco hay vida eterna. En ese lugar sin pecados volvía a morir, de aburrimiento.
Revista Talentos
Murió el hombre bueno y su alma lo llevó, por galaxias y hoyos negros, hasta la puerta del cielo; donde, sin muchos trámites, fue instalado en el paraíso.
Constató que (entre ángeles y cánticos celestiales) allí tampoco hay vida eterna. En ese lugar sin pecados volvía a morir, de aburrimiento.
Constató que (entre ángeles y cánticos celestiales) allí tampoco hay vida eterna. En ese lugar sin pecados volvía a morir, de aburrimiento.