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Kensington, museo Victoria y Alberto, Holland Park

Publicado el 13 octubre 2016 por Ptolomeo1

Albert Memorial La superficie del parque homónimo define el alma de este barrio londinense. Kensington fue nuestro hogar los dos últimos días de estancia en la ciudad; antes, por alguna contingencia del destino, fuimos trasladados por decisión del personal del hotel al más lejano y distinguido South Kensington, que dada la cantidad de visitantes que recibe Londres ha comenzado a contar con algunos establecimientos hoteleros en las apacibles calles del enclave citadino.

Kensington Park es para los habitantes de la ciudad un hermoso pulmón verde tanto para hacer un picnic, iniciar o culminar el día trotando sin descanso o ver correr a los niños alrededor de la laguna habitada por patos y cisnes. Es también lugar de encuentro para tomar un café en el Pavilion de la Galería de Arte Serpentine, favorita de Lady Di y ampliamente beneficiada en popularidad debido a ello.

El parque se encuentra dominado por el enorme Memorial al príncipe Alberto, consorte de la reina Victoria, quien a su vez nació en el bello palacio de Kensington. Frente al monumento, apenas cruzando la avenida que circunda el parque, se encuentra Royal Albert Hall, la famosa sala de conciertos de Londres. Después de tomar las consabidas fotografías nos dirigimos a la Galería para contemplar la exposición temporaria exhibida en la fecha ya que sólo cuenta con una obra permanente en homenaje a su mecenas.

El paseo por el interior del parque en un día soleado es placentero y apacible pese a la cantidad de personas que circulan, en su mayoría hacia el palacio de Kensington, una mansión adquirida por el rey Guillermo III en 1689 debido al asma que lo aquejaba, ya que la aldea de Kensington se encontraba alejada en aquella época de la humedad londinense; siglos más tarde fue el hogar de la princesa Diana luego de su divorcio. Los jardines Sunken fueron diseñados en 1908 para asimilarse a los de Hampton Court; actualmente se pueden visitar y hacer un alto para tomar un café en el restaurant de la terraza, antes de emprender camino hacia el museo más bello, en mi opinión, de esta ciudad.

Museo Victoria y Alberto

Museo Victoria y AlbertoEl impresionante edificio que alberga la fabulosa colección de arte y diseño cuenta con un total de 145 galerías que exhiben desde pinturas hasta cerámica, desde dibujos hasta esculturas y objetos de todas partes del mundo. En su interior se encuentra la Biblioteca Nacional de Arte, cuyo ejemplar más preciado es nada menos que el Codex Forster, un pequeño libro de notas de Leonardo Da Vinci.

Como sucede con todas las estructuras que cuentan con tanta riqueza cultural conviene trazar un itinerario previo con aquellas obras que concitan la atención del visitante, para no culminar agotado y sin haber contemplado aquello que se tenía en mente al momento de ingresar en la espectacular recepción presidida por la hermosa lámpara de cristal soplado.

Entre las innumerables esculturas medievales se destaca Sansón matando a un filisteo del escultor renacentista Juan de Bolonia, la única en su estilo que se encuentra fuera de Italia y que inspiró a artistas ingleses desde su llegada a Londres, en 1623. De los escultores italianos se puede pasar a la colección de vestidos que reflejan la moda de todos los tiempos, entre los que destaca un traje de gala mantua de mediados del siglo XVIII, cuya inverosímil falda de exagerada anchura, ricamente bordada, alude tanto a la riqueza de quien haya sido su portadora como a la manifiesta incomodidad que cargaban las damas para demostrar su abolengo.

La colección de arte hindú del museo cuenta con la famosa figura tallada de un tigre devorando a un europeo, fabricada para el Sultán Tipu a fin de infundir miedo en los británicos y expulsarlos de sus tierras; a todas luces no tuvo éxito y luego de su derrota la talla fue traída a Londres. También se pueden contemplar, en la sala dedicada a Rafael, los cartones que el artista diseñó en tamaño real para los tapices de las paredes inferiores de la Capilla Sixtina.

En suma, el museo Victoria y Alberto constituye un espacio donde las horas vuelan ante la contemplación de tanta belleza. Nosotros cumplimos con el objetivo previamente trazado y al salir visitamos Brompton Oratory, uno de los templos más opulentos de Londres, antes de dirigirnos nuevamente a respirar aire puro y naturaleza viva.

Holland Park

Kyoto GardenEste espacio verde debe su nombre a la casa Holland, una mansión que fue construida en el año 1605, reducida a ruinas luego de la Segunda Guerra Mundial y actualmente en el ala que pudo ser restaurada funciona como sede de un establecimiento hotelero. A poco de ingresar al parque se escuchan penetrantes chillidos que no dejan lugar a dudas respecto de quienes dominan el lugar: los pavos reales que se pasean orgullosos se expresan a viva voz entre visitantes, ciclistas y deportistas dedicados al sano placer de trotar.

El parque se bifurca a través de senderos que conducen a jardines ambientados al estilo japonés, entre los que se destaca el jardín Kyoto, inaugurado en 1991. El obsequio de Japón a Londres se fundó en la larga amistad entre ambas naciones; el diseño fue concebido respetando las normas tradicionales de los jardines japoneses: cascadas para relajarse con el sonido del agua, peces de colores y linternas de piedra.

En Holland Park el día concluyó serenamente bajo los sonidos y colores de la naturaleza, que exhibe maravillosos amarillos y rojizos en la época otoñal; la posibilidad de amalgamar el ritmo frenético de la ciudad con una opción calma y serena da cuenta del eclecticismo de Londres.


Kensington, museo Victoria y Alberto, Holland Park

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