Komorebi

Lost In Thought –  Jordan Ek

Hay una palabra japonesa que se usa para describir a la luz que se filtra a través de las hojas de los árboles. La saboreo en mi boca,  mientras me rodea el sordo paisaje forestal continuo a la playa. Majestuosos troncos se elevan hasta el cielo, y con sus copas frondosas susurran al mar, que ruge del otro lado de la valla verde pardo. Escalas menores se mezclan con el gorjeo de las aves.

El sol se multiplica en miles de caricias luminosas, creando una danza de luces, espejismos y sombras. Caos y armonía. Dorados y obscuros. Giro sobre mí, multiplicando mi soledad. El suelo cruje suavemente bajo mis pies. Las hojas muertas simulan un falso otoño en plenos meses estivales. Silban las hojas que cuelgan de las ramas; las aves juegan a amarse, sabiendo de la caducidad de este pequeño mundo tibio y verde, y de la perpetuidad del espíritu.

De frente al escaparate del milagro de esta tarde de verano, busco otro milagro más, y en éste tu mirada gentil surgiendo de la nebulosa que contiene los miles de años luz de recuerdos, miradas certeras, cálidas manos con palmas abiertas. Abiertos los ojos, los oídos, los poros, la inocencia, el asombro, el libro, la puerta, el sexo… abierto el portal que nos una del otro lado.

La maravilla del alma que se cuela –como este sol en esta tarde- a través de eternidades indefinidas. La mortalidad que teme y no entiende, y el miedo que intenta opacar el prodigio.

Se va el sol de acuario, dando lugar al fresco manto nocturno. La luna creciente vanidosa, intenta emular la multiplicidad de los rayos del sol. Otra noche, otro milagro.

Patricia Lohin