Revista Literatura

La barra del bar

Publicado el 12 diciembre 2010 por Merche

LA BARRA DEL BAR

De pronto, me encontré en un lugar donde había una enorme barra de bar, tan larga que apenas mis ojos hallaban su final. Sobre ella había ciento de miles de botellas de diferentes colores y tamaños, pero perfectamente alineadas, y una fila de vasos delante de ellas, de muchísimos colores, blancos, azules, rojos….


Sin saber muy bien porque comencé hacer aquello que los demás hacían y así, cogí un vaso y fui poniendo un poco del liquido de la botella primera, era blanca, el vaso que tome era de cristal transparente y el liquido blanco, lo lleve a mis labios y di un pequeño sorbo, estaba bueno, seguí caminando e hice lo mismo con algunas botellas más.

Después de un rato, me di cuenta de que podía hacer mezclas de sabores, de colores y de texturas, y así lo hice, esto me proporcionó una sensación diferente.

Había cócteles que me dieron un gran placer, otros me revolvieron las tripas hasta el punto de hacer que el vomito acudiera a mí, pero ambas sensaciones eran impresionantes.

Cuando llevaba las tres cuartas partes de la barra recorrida, me pregunté ¿Qué sentido tiene que esté aquí? Mire a mi alrededor y vi como la gente hacia lo mismo que yo y entonces comencé a la vez que seguía probando mezclas a observar a los que a mi lado tenia, mirar sus caras mientras ellos bebían y lo que exclamaban al mismo tiempo, cada uno hacia y decía cosas diferentes, unos reían otros lloraban y algunos estaban absortos es lo que hacían sin prestar atención al resto.

Un poco más adelante me pregunté ¿Que debo hacer con esta situación? Y mi mente me dio como respuesta dos opciones. Podía seguir bebiendo para probar el liquido de las botellas una a una o seguir probando cócteles.

Entonces decidí seguir probando los cócteles, pero más despacio, ralenticé mi paso y además de seguir bebiendo compartí con los que estaban junto a mi la experiencia y ellos la suya haciendo mi camino más grato, me encontré con alguna gente que consumía el liquido de las botellas que tenían marcas famosas y comercialmente poderosas, otras tomaban las botellas más bonitas por su diseño, pero también había personas como yo que preferimos coger aquellas botellas que quizás los colores de sus líquidos fuesen más bonitos, más espesos o más espumosos.

Cuando parecía que mis preguntas habían encontrado respuesta, cuando me encontraba más a gusto con la gente que me acompañaban comencé avistar el final de la barra y fue entonces cuando una sensación de recorrido incompleto y de falta de tiempo para probar las miles de mezclas que me faltaban por hacer me sobrecogió. Pensaba: “ tenia que haber cogido aquella otra botella con esta otra…” y así sucesivamente.

En ese punto aviste a un ángel azul al final de la barra, y con la borrachera y cansancio por lo andado tuve claro que ya era la hora de terminar, pero antes, volví mi vista hacia atrás y allí apartado de todos había un hombre, que no estaba junto a la barra, sino que estaba sentado en el suelo, tejiendo un bonito atrapa sueños de miles de colores.

Fue entonces cuando me pregunte ¿Y si hubiese hecho algo diferente?

Llegue al final de la barra tendí mi mano al ángel azul para pasar con él mi última resaca y desaparecer entre la niebla.


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