Revista Talentos
Desde que los niños la encontramos pasábamos el rato aspirando y hablando en tonos inverosímiles. Nos divertíamos. Una tarde Roberto, un chico muy callado, sin darnos cuenta, empezó a flotar. Le gritamos que soltase aire, pero él seguía ascenciendo moviendo los brazos, como un pájaro. Y entonces sonó el disparo.