Revista Talentos

La casa

Publicado el 18 noviembre 2018 por Aidadelpozo

Regresé a la casa donde vivimos siendo niños. Está deshabitada. Forcé la puerta y entré. Tenía el recuerdo de mi infancia y me sorprendí al sentirla más pequeña, como si todas sus habitaciones hubiesen encogido. Los muebles estaban cubiertos de polvo, los cuadros y los adornos también. Sin embargo, me llamó la atención que un retrato en el salón estuviera intacto y limpio. Era el de mi hermano Marc. Los demás, el de mis padres, el de Alicia y el mío apenas se podían ver tras una gruesa capa de tiempo y polvo. No recordaba cómo había llegado al salón... Marc estaba de pie, girado hacia la derecha, de modo que solo pude ver parte de su rostro. Estaba al lado de su retrato y lo limpiaba con el puño de su jersey.
Regresé a la casa porque algo en mi interior me dijo que lo hiciese cuando su mujer me llamó. No me gustó nunca Sandra. Me comunicó que Marc se había suicidado. Su voz sonó hueca, no había sentimiento alguno en ella. La odié. Creo que ella nunca lo amó. Creo que él la amó demasiado. No se debería amar tanto...
No temí, solo tuve la necesidad de abrazarlo. Se giró y descubrí la otra mitad de su rostro hecha un amasijo de carne ensangrentada a jirones. No grité. Era Marc, solo era Marc.
Entonces recordé que nadie me había llamado. Recordé que siempre he vivido aquí. Marc limpió mi retrato. En esa foto tenía quince años y me la hizo papá el día de mi cumpleaños. Quince años, como ahora. Mi familia se mudó después de mi muerte.
Me acerco a Marc y su rostro cambia. Ya está entero y sonríe. Lo abrazo y me devuelve el calor de mi amor con amor infinito. Está en casa al fin y ya somos dos para esperar. La casa ahora, curiosamente, ha crecido ante mis ojos. Marc sonríe. Yo también...LA CASA


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