Cómo a Marco le apasionan, siempre que tenemos la oportunidad intentamos visitar alguna. Así que en esta ocasión, tras valorar distintas opciones, nos decantamos por La Cueva de los Franceses.
Imagen dentro de la cueva penteneciente a la web de www.pomardevaldivia.es
La Cueva de los Franceses está en Revilla de Pomar (Palencia), que queda bastante cerca del embalse del Ebro, ya que prácticamente todo el camino es autovía. Así que aprovechamos nuestra visita al nacimiento del Ebro para acercarnos a la cueva y luego volver a Espinosa de los Monteros por la parte sur del pantano.
Cuando llegamos allí nos dijeron que había que reservar porque las plazas son limitadas en cada visita. Era un lunes y estaba lleno. Tuvimos suerte de que anularan un par de plazas y pudimos reservar en una sesión que empezaba una hora y media después de haber llegado. De no ser así hubiéramos tenido que dar media vuelta. De echo, gente que llegó después que nosotros se marcharon sin poder hacer la visita. Así que si os interesa es mejor llamar antes para aseguraros de que quedan plazas. En su web podéis hacer una visita virtual y ver el teléfono de reservas.
Vistas desde el mirador de Valcabado
Compramos las entradas: 3€ cada mayor de 12 años con la entrada general. Pero tienen descuentos para familias numerosas, estudiantes, jubilados... (Los menores no pagan). Dimos una vuelta por el centro de recepción donde hay información sobre la zona y sobre la cueva en sí. Y como aun faltaba mucho tiempo para entrar, nos acercamos al mirador de Valcabado que hay en la zona más alta del Páramo de la Lora de Valdivia. Así es cómo se llama la zona en la que está situada la Cueva de los Franceses. Tardamos muy poco, apenas un par de minutos en coche.
Desde este mirador, a 1.137 metros de altura, hay unas vistas fantásticas. El balcón está situado justo al borde de la montaña con lo que si miras hacia abajo puede dar un poco de vértigo. El paisaje que se puede divisar abarca un montón de kilómetros de valles, montañas y bosques. (Además de un gran parque eólico de los muchos que están apareciendo por toda la península).
Un grupo hacía parapente.
A los peques lo que más les gustó del paseo fue observar cómo volaban un grupo de personas con sus parapentes. La pequeña Carla, que aun no había cumplido los dos años, no paraba de repetir: - Quiero subir. - Maaaami, dile que baje. Que quiero subiiiiiiiiiiiiiiiiiiir.
Y claro, nosotros muertos de risa de ver lo enfadada que estaba porque no le hacíamos caso y no la dejábamos volar. Total, que paseando, paseando entre rocas y matorrales se pasó la hora y pico que faltaba para nuestro turno.
Unos 10 minutos antes de la hora de la visita estábamos en la puerta, tal y cómo nos habían recomendado las guías. Pasaron lista y tras comprobar que estábamos todos comenzamos nuestro descenso a las entrañas de la tierra.
Un par de consejos:
- La cueva no está adaptada para sillas de ruedas o carritos. El sendero que discurre entre las formaciones rocosas es bastante estrecho en algunos puntos. Hay zonas en las que se pasa de uno en uno. De modo que no podría ampliarse sin destruir parte de la cueva. O al menos hasta día de hoy no han podido hacerlo. Por tanto, si vais con niños chiquitines hay que usar un portabebés.
- En la cueva hace mucho frío y humedad. Pero de verdad. Aunque sea agosto, cómo cuando fuimos nosotros, te aconsejan que te pongas ropa de abrigo además de calzado cerrado y cómodo. Nos pusimos la chaqueta y aun así podía notarse el fresquete (todos los guías se la ponían antes de entrar).
Dentro de la cueva (www.pomardevaldivia.es)
Lo primero que nos explicó la guía era que para entrar teníamos que atravesar tres puertas y que no se podía abrir una puerta antes de haber cerrado la anterior. Esto lo hacen para que no entren corrientes de aire en la gruta, ya que cualquier alteración en la temperatura interna o en el grado de humedad podría alterar las rocas.En algunas zonas de la caverna ha crecido moho a causa, precisamente, de haber habilitado un acceso para poder investigar en la cueva y que se pudieran hacer visitas. Nos comentaron que esas colonias vegetales a día de hoy están controladas, de manera que no crecerán más. Pero tampoco pueden eliminarse porque eso provocaría destrozos en las rocas en las que están adheridas.
Esta gruta no poseía ningún vestigio de vida vegetal ya que estaba completamente a oscuras. Su descubrimiento fue accidental ya que, según dicen, se debió a que un pastor que pastaba con su rebaño vio como de repente le desapareció una oveja. El animal había caído por un agujero que había en el suelo. Y al descender por él, para rescatar la oveja, descubrieron la caverna.
Dentro de la cueva (www.pomardevaldivia.es)
Hasta que se creó el nuevo acceso solamente se podía entrar mediante cuerdas o escaleras por ese hueco existente en el suelo del páramo de la Lora.
El origen de su popular nombre, "La cueva de los franceses" es cuanto menos curioso. Ocurrió que durante la Guerra de la Independencia de 1808 hubo una batalla que se desarrolló en estas tierras. Las tropas de los Husares Cantabros lucharon contra el ejercito Napoleónico. Los españoles ganaron esta batalla y ante la imposibilidad de enterrar los cadáveres de los derrotados franceses decidieron arrojarlos dentro de la sima.
La cueva está a unos 15 metros por debajo de la superficie y unos 900 metros de longitud. Hoy día la zona habilitada para las visitas es de unos 500 metros aproximadamente entre las galerías y salas que se exponen. En ella se pueden ver multitud de formaciones rocosas tales como estalactitas, estalagmitas y columnas que han tardado millones de años en formarse. Algunas de ellas forman figuras que han dado origen a diversas interpretaciones como una cara de gorila, un órgano o un belén con su nacimiento y sus reyes magos. Cuando finaliza la visita guiada se proyecta en un espacio habilitado de la caverna una película que ilustra un poco más todo lo que hemos podido ver en ella.
Dentro de la cueva (www.pomardevaldivia.es)
La visita nos gustó mucho. A Marco fue lo que más le gusto de todo lo que habíamos hecho ese día. Y habíamos hecho muchas cosas. Le dio un poco de rabia no poder hacer fotos ni grabar dentro de la cueva, que está prohibido. Pero le explicamos que en muchos sitios no se puede y que para recordarlo podía usar su memoria y ver los vídeos que hay en internet.Todos sabemos que la tentación de tener un recuerdo es grande, pero las normas de cada lugar son importantes. El, a sus 7 años y con una curiosidad insaciable, cumplió la más importante de todas. La de ¡NO TOCAR NADA!
La capa de grasa y el sudor que cubre nuestra piel y que nosotros mismo no apreciamos es suficiente para que al tocar una estalactita hayamos deshecho algo que la naturaleza ha tardado millones de años en crear. Un centímetro de roca tarda muchísimo en crecer y somos capaces de destruirla en una milésima de segundo. Así que, por favor: dejemos que la naturaleza luzca en todo su esplendor. Si un niño pequeño puede no tocar, los menos pequeños y los adultos también podemos.
Y yo se que la gran mayoría pensaréis: - Ay que ver. Cómo si no lo supiéramos. A ver quien va a ponerse a romper nada.
Pero es que siempre hay una minoría a la que no le importan estas cosas. Y tal vez, solo tal vez, mi aportación sirva para que piensen y la próxima vez no lo hagan. Que no sabéis la rabia que me dio ver en una de esas enormes columnas de piedra un grabado a llave que decía "Perico de los palotes estuvo aquí"...
Más información: http://www.lacuevadelosfranceses.es/ , http://www.revilladepomar.net y http://pomardevaldivia.es
Imágenes de la cueva: http://pomardevaldivia.es